Durante este fin de semana ciento cuarenta vecinos de Torrejón de Ardoz han acompañado a su patrona la Virgen del Rosario que, desde 1994, se encuentra en la Galería de las advocaciones marianas del santuario de Torreciudad. Como decía Manuel Cruz, uno de los organizadores de la peregrinación, “no consentimos que nuestra virgen se convierta en una imagen de museo y es por eso que todos los años surge un grupo de peregrinos de forma espontánea”.
Desde este año, la imagen del niño Jesús en manos de la Virgen, copia de la original que se encuentra en la parroquia de San Juan Evangelistas en Torrejón de Ardoz, lucirá tres nuevas potencias bañadas en oro. Según Manuel Cruz “cada año hay personas que libremente deciden hacer donaciones y regalan un broche, un manto, una pulsera de oro, vestidos para la talla, etc.”.
Entre los actos programados se incluyó la procesión por la explanada del recinto, la bendición de las medallas por parte del Rector en conmemoración de la décima peregrinación, cantos en la antigua Ermita y la romería a pie desde el Crucero, situado a un kilómetro del Santuario, así como la asistencia a la Misa mayor del domingo.
En esta ocasión, la peregrinación viajó por primera vez acompañada de los veintitres miembros del Coro de la Virgen del Rosario. Además de dirigir los cantos populares durante las procesiones, interpretaron la misa de Angelis durante la celebración eucarística del domingo y el himno de la Virgen del Rosario.
Los peregrinos, que pasaron la noche del sábado al domingo en hoteles de Naval y Barbastro, además de en la casa de ejercicios espirituales de San Ramón, pidieron de forma especial “por el Papa Juan Pablo II, por la paz en el mundo y por las familias que se quedaron en Torrejón de Ardoz“.
María Luisa, una de las personas del grupo que este año ha rememorado las primeras peregrinaciones que hicieron a Torreciudad, señalaba que cada día le gustaba más, “también porque visitamos a la Virgen del Pilar, de la que soy muy devota”.
Entre los devotos que viajaba por primera vez estaba Teresa Ramos, natural de esa localidad madrileña, que se apuntó al viaje porque la invitó una amiga suya. “Estoy encantada de todo lo que he visto: el Santuario es precioso. Yo no había venido nunca y la verdad es que me encanta. Acabo de llamar por teléfono a mi hija y le he dicho que si lo viera le gustaría mucho y cuando vuelva a casa le animaré a que venga”. Por otra parte, su amiga Maria Dolores Martín dijo que el momento más emocionante para ella había sido “cuando lo del rosario del sábado con la exposición y bendición con el Santísimo. Estuve tan emocionada que no pude ni cantar porque se me saltaron las lágrimas”.