El segundo recital del Ciclo Internacional de Música Sacra fue una espléndida combinación de resonancias entre del dúo de trompa formado por Juan Manuel Gómez de Edeta y Juan Manuel Gómez González (padre e hijo), junto a la organista titular del santuario, Maite Aranzabal. Los más de 300 asistentes escucharon obras de los tres últimos siglos, pero de manera especial del XX al tocar dos obras del compositor francés Messiaen, en conmemoración del centenario de su nacimiento.
Al final de su actuación, padre e hijo interpretaron una composición con trompas alpinas, situándose en los extremos de la iglesia: Gómez de Edeta en el presbiterio y Gómez González en el fondo de la nave. Fue el estreno absoluto de la composición titulada “Diálogos en Torreciudad” para dos Trompas Alpinas. El autor, Gómez de Edeta, la compuso pensando en el concierto de Torreciudad, desde donde se ve Monte Perdido. Además la compuso la misma semana del concierto, antes de emprender el viaje hacia el Santuario. Se interpretó como un auténtico “diálogo” entre las dos trompas, puesto que Gómez de Edeta tocó situado en el presbiterio, mientras su hijo lo hacía al fondo de la nave. La obra comienza con una pregunta (padre) y respuesta con el mismo tema, cerrando la frase (hijo), para continuar con un dúo en tiempo tranquilo, cerrándose la composición con un animado allegretto.
Primero fue su abuelo, luego su padre y un tío, y actualmente usted. ¿Cuánto perdurará esta tradición familiar por la trompa ahora que los jóvenes prefieren operación triunfo?
Juan M. Gómez González: De momento, tenemos suerte de que la saga va a continuar, pues un sobrino -hijo de mi hermana- está estudiando la trompa conmigo, con la gran fortuna de que le gusta el instrumento y cuenta con el talento suficiente como para seguir con esta saga.
¿Se entiende con su padre, me refiero musicalmente hablando, a pesar de representar a generaciones distintas?
J.G.G.: Musicalmente hablando desde siempre, por siempre y para siempre me he entendido con mi padre.
El Ciclo Internacional de Torreciudad es una de las citas musicales más importantes en su categoría de música sacra. Aun así representa un tipo de música desconocida, ¿falta fe al público o a las cosas musicales?
J.G.G.: No creo que sea por falta de fe ni de unos ni de otros. Más bien pienso todo lo contrario ya que la gente que acude a estos festivales es siempre diferente. Hoy, la gente que ha venido a este concierto sabe a lo que ha venido porque sabe que es un gran festival. No es la primera vez que mi padre y yo tocamos juntos aquí. Para nosotros es una suerte y un placer; primero, por poder tocar juntos y, segundo, porque nos hayan vuelto a invitar. Este lugar se ha convertido para nosotros en nuestra propia casa.
¿Con qué momento se quedaría del concierto de esta noche?
J.G.G.: Creo que esta pregunta te la voy a contestar rápidamente, pues la vez anterior nos hicieron otra muy similar. Dentro del repertorio, he tocado obras de maestros muy importantes y otras de gran dificultad, que tenía muchas ganas de tocar. Pero, evidentemente, el momento más especial ha sido cuando he tocado junto a mi padre… La razón es porque no todo el mundo puede decir esto, ni hacerlo.