Torreciudad en la Sagrada Familia

24 de febrero de 2012

El templo expiatorio de la Sagrada Familia en Barcelona, obra del arquitecto Antoni Gaudí, incluye entre sus vidrieras una dedicada al santuario de Torreciudad. Recientemente colocada, forma parte del conjunto compuesto por santos y santuarios con mayor tradición en las diócesis de Aragón.

La Dedicación del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia que realizó Benedicto XVI en Barcelona el 7 de noviembre de 2010 constituyó un auténtico hito en la larga historia de su construcción. En esa fecha el papa también lo erigió como basílica menor y pudo iniciarse el culto público en su interior, que hasta ese momento solo tenía lugar en la cripta. Gracias a una magnífica retransmisión televisiva, el eco de la ceremonia llegó a muchos rincones del planeta, y quedó muy bien reflejado su carácter universal. Cada año la ciudad muestra con orgullo la belleza artística de la Sagrada Familia a millones de peregrinos y visitantes venidos de todo el mundo. Una magnífica oportunidad, por tanto, para apoyar la nueva evangelización que nos pide el Santo Padre.

El genial arquitecto del templo, Antoni Gaudí, dio un sentido cristiano a todos los elementos estructurales y decorativos que lo componen: torres, esculturas, frutos, columnas, anagramas, bóvedas, plantas, cimborrios… todo responde a un plan catequético que trata de expresar a través del arte las verdades de la fe que enseña la Iglesia, el recuerdo de sus mejores hijas e hijos y la mención de muchos lugares de peregrinación. No en vano se le ha llamado a Gaudí “el arquitecto de Dios”, y actualmente está abierta su Causa de Beatificación.

Las columnas, por ejemplo, están dedicadas a distintas diócesis. En el crucero se encuentran las de Cataluña, y las cuatro columnas que siguen en la nave principal representan las diócesis de otros territorios de la antigua Corona de Aragón: Aragón, obispado de Perpiñán-Elna (Rosellón), Reino de Valencia e Islas Baleares (Reino de Mallorca). La identificación de las diócesis se realiza por el escudo situado en la lámpara del capitel y por los santos y santuarios más importantes de cada una con los nombres escritos en las vidrieras adyacentes a las columnas.

Estos vitrales son utilizados con profusión en los muros para lograr en la Sagrada Familia lo que en su momento manifestó Gaudí: “la luz en los templos debe ser únicamente la necesaria, porque en un templo debe haber recogimiento”. Para la iluminación interior juegan un papel fundamental, puesto que filtran la luz natural, la colorean y la difunden con suavidad en el espacio sagrado. Además, cumplen otra importante función: Gaudí las incluyó en su programa iconográfico y dejó establecido los motivos que debían representar en cada zona.

Cuando se terminaron de construir los muros y las bóvedas la Junta Constructora del templo encargó a Joan Vila-Grau la elaboración de las vidrieras. Para su ejecución el artista optó por la técnica del vidrio de color emplomado y el empleo de formas abstractas. Ya están colocadas las del ábside y el transepto y los trabajos continúan en las naves laterales.

En la nave lateral derecha, junto a la fachada del Nacimiento, se encuentra el vitral que comparten las diócesis de Aragón y la de Perpiñán-Elna. La parte inferior está dedicada a los santos, y la de arriba, a los santuarios. El rosetón superior tiene como centro la basílica de Nuestra Señora del Pilar, y el pétalo horizontal derecho está dedicado al santuario de Torreciudad, en representación de la diócesis de Barbastro-Monzón.

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