El grupo de actores permaneció unido durante toda la escena de cara al público. La voz en off introdujo la acción. Al acabar se adelantó el rey cristiano y el dicho de Torreciudad. Al término de éste salió a escena el moro gracioso que se retiró después dejando al rey cristiano sólo cuando intervino al final.
VOZ EN OFF
Aínsa, villa vieja de leyenda, adornada por el collar azul que en su cuello cuelga el abrazo del Cinca con el Ara. Donde las piedras cuentan historias de su larga historia, como esta de La Morisma que celosamente ha guardado repartida entre sus casas durante decenios.
Cada dos años más de 400 vecinos se invisten con ropajes antiguos y concelebran una ceremonia que habla de reyes y reinos legendarios, de engaños y traiciones, de actos nobles y elevados, de moros y cristianos, de una cruz y una carrasca, de la vida y de la muerte, del bien y del mal, de fe.
No otra cosa sino la fe fue en su origen la primera palabra, la única capaz de sostener un texto que sin ser transcrito ha perdurado por siglos.
La Asociación Cultural La Morisma se honra en acudir con parte de su elenco para ofrecer una pequeña escena a esta efeméride en cuyo origen la fe estuvo también muy presente. Torreciudad fue elevado por la fe de un solo hombre al que siguieron muchos otros. Cuarenta años después este santuario es un canto a Nuestra Señora y también una prueba de que la fe es la energía más poderosa que existe.
Pero, atención, un personaje ha entrado en escena.
DICHO DE TORRECIUDAD
Nobilísimo monarca,
bastión de la cristiandad,
con grande esperanza llego
y con júbilo sinpar
para ofreceros mi espada
y el blasón de mi casal.
Remontando por el Cinca
desde mi aldea natal,
ante vos hoy comparezco
y junto a todos rezar
ante el signo extraordinario
de la Cruz que se nos da.
En mi tierra encomendamos
la alegría y el penar
a la figura sagrada,
venerada en un altar,
que es nuestra Virgen querida
madre de Torreciudad.
La misma fe que nos une,
en fraternal hermandad,
ha de darnos la victoria
y permitirnos soñar
con un mundo más humano
donde reine la igualdad,
y la justicia sea reina
y a nadie le falte el pan.
Ojalá que todos juntos
lo podamos alcanzar.
MORO GRACIOSO
Tiene razón este hombre,
habla como un agustino:
Todos seremos cristianos
y comeremos tocino,
y echaremos buenos tragos
con títulos de cautivos, y si
llegamos al Pueyo no nos
faltará buen vino, a menos
que nos engañen como a
Chanclón o vecino, que lo
fartaban de vinada y aún
decía “guapo vino”. Si
vamos a Banastón nos
pondrán como boticos, a fe
que si no van buenos lo
pagarán los caixigos. Si
vamos también a Gerbe no
nos faltarán barbicos,
buenas magras en sartén
que allí no faltan tocinos.
y ¿Qué diremos de Guaso?
Allí tendremos crespillos,
remollones en sartén, porque
son muy relamidos, y, en fin,
todos nos darán viéndonos ya
convertidos, pues todos saben
que somos muy malos para
enemigos, y así con esto
tendremos por todas partes
amigos. Mandaremos los
tesoros que dejamos
escondidos. En la torre
Castellar y en la torre de
Panillo que dicen algunos
tontos que han quedado allí escondidos,
y otros dirán que encantados
y no pueden descubrirlos.
Los buenos trabajadores
los tesoros escondidos
hallan trabajando bien
sin pereza en sus oficios,
y regularmente hablando
caen en esos delirios,
los malos trabajadores
viciosos y catavinos.
REY CRISTIANO
Si la gente está ya pronta
ármese de gran valor,
y de toda su esperanza
al amado Redentor,
mientras yo, con gran celo,
a esta Virgen redentora,
que hoy nos acoge gloriosa
anunciando vida y luz
le doy repetidas gracias
por el don del buen Jesús.
(Se arrodilla)
¡Oh luz de la vida propia
que aquí en Torreciudad
apareces prodigiosa!
Si hoy ganamos este lance
inmortal será este espacio
y en su escudo llevará
esta Cruz de los Cristianos
en la Carrasca prendida.
Y si el triunfo y la victoria
por la Cruz nos dais, Señor,
concédenos el favor de la
gracia y de la gloria
Y que hacia este santuario
en los siglos venideros
vengan de toda nación
jubilosos y contentos
para admirar la victoria
de la Luz en este templo.