Sigue los pasos de san Josemaría

6 de abril de 2015
El 7 de abril se cumplieron 45 años de la romería que realizó san Josemaría Escrivá en 1970 hasta la antigua ermita de Torreciudad. El papa Francisco pide oraciones por el próximo Sínodo de la Familia, y revivir aquella romería puede ser una buena forma de responder a su petición.

¿Te gustaría realizar la misma romería que hizo san Josemaría en 1970 a la antigua ermita de Torreciudad hace 45 años? Puedes seguir sus mismos pasos y recitar las mismas oraciones que con tanto fervor él dirigió a Nuestra Señora. Aquí tienes una explicación del contexto histórico que rodeó esa romería y lo que rezó concretamente en aquella ocasión.

En abril de 1970 San Josemaría Escrivá salió de Roma para hacer una peregrinación a Torreciudad y Fátima.
Iré como creyente del siglo XII: con el mismo amor, con aquella sencillez y con aquel gozo. Voy a pedirle por el mundo, por la Iglesia, por el Papa, por la Obra. También pediré
por mis hijos, porque os quiero mucho, pero muy santos.

Cuando llegó a Madrid pudo ver la talla de la Virgen de Torreciudad que se estaba restaurando allí en esos momentos. En su oración ante la imagen, con una gran confianza, le pedía perdón por haber tardado tanto tiempo en volver a visitarla, desde aquella vez en que sus padres le llevaron en brazos a la ermita de Torreciudad:

¡Perdóname, Madre mía! Desde los dos años hasta los sesenta y ocho. ¡Qué poca cosa soy! Pero te quiero mucho, con toda mi alma. Me da mucha alegría venir a besarte, y me da mucha alegría pensar en los miles de almas que te han venerado y han venido a decirte que te quieren, y en los miles de almas que vendrán. Antes no me daba cuenta, pero ahora me pareces preciosa, ¡guapísima!, y siento la necesidad de decirte que te quiero. Perdóname, pero eres tan Madre que, al verte, en vez de agradecer tu cariño y tu protección, he comenzado por pedir: ya me entiendes. Y ahora te digo otra vez que te quiero con toda mi alma.

Después de una escala en Zaragoza y una visita a Nuestra Señora del Pilar, llegó a Torreciudad el martes 7 de abril. Las obras del nuevo santuario habían comenzado en febrero. Eran las once de la mañana. Un kilómetro antes de llegar a la ermita esperaban los arquitectos junto a un mojón que habían colocado en la carretera. San Josemaría se descalzó, porque quería hacer el recorrido a la usanza de los romeros de la comarca. Comenzó a dirigir el rezo de los Misterios Dolorosos del Rosario despacio, con voz fuerte, con recogimiento. Al terminar la letanía rezó el salmo Miserere y el Magnificat.

A continuación rezó en voz alta: Amo a Dios Padre, amo a Dios Hijo, amo a Dios Espíritu Santo. Amo a la Trinidad Beatísima. Creo en Dios Padre, creo en Dios Hijo, creo en Dios Espíritu Santo. Amo a Dios Padre, amo a Dios Hijo, amo a Dios Espíritu Santo. Amo a la Trinidad Beatísima. Creo en Dios Padre, creo en Dios Hijo, creo en Dios Espíritu Santo. Creo en la Trinidad Beatísima. Espero en Dios Padre, espero en Dios Hijo, espero en Dios Espíritu Santo. Espero en la Trinidad Beatísima. Amo a mi Madre la Virgen. Creo en mi Madre la Virgen. Espero en mi Madre la Virgen.

Después rezó la oración Bendita sea tu pureza, repitiendo dos veces en plural los versos finales: míranos con compasión; no nos dejes, Madre mía. Enseguida recitó el Acordaos y agregó: Ahora, cada uno por su cuenta, que hay muchas cosas que pedir a la Virgen… Tras unos minutos, comenzó los Misterios Gloriosos.

Al acabar, el beato Álvaro del Portillo le pidió que se calzara pero san Josemaría bromeando le respondió:

Después de sesenta y seis años, es bien poca cosa lo que estoy haciendo por la Virgen. Hay muchos pastores que van descalzos, todos los días, por estos riscos. No hago nada extraordinario.

Comenzó enseguida los Misterios Gozosos, caminando más de prisa. En total, el camino duró casi una hora. Al llegar a la ermita, San Josemaría avanzó hasta el altar. Estaba allí la imagen peregrina, que los santeros llevaban por los pueblos de la comarca y que ahora se venera detrás del retablo. Entonó la Salve, que todos cantaron, y luego rezó la oración: Gratiam tuam, quaesumus, Domine…

De rodillas, volvió a recitar el Bendita sea tu pureza.

Después de encender unas velas a la Virgen, subieron a una de las habitaciones del primer piso de la misma ermita, y se lavó los pies, antes de calzarse de nuevo. Estaba muy contento. Después de sesenta y seis años vengo a cumplir con la Virgen. Y añadió: No a cumplir, sino a demostrar mi gran amor a la Santísima Virgen, aunque sea un pobre hombre. Por fin pasaron al cuarto de estar de la hospedería, donde tuvieron una tertulia con varios de los que trabajaban en las obras. Uno de ellos cantó la jota El amor de los baturros es difícil de lograr; pero, aunque pasen los años, es un amor de verdad. En una de las habitaciones, el arquitecto tenía preparado un libro de firmas:

No suelo hacer nunca esto, pero pondré una cosa. Y escribió: Madre mía y Señora mía de Torreciudad, Reina de los Ángeles, monstra te esse Matrem y haznos buenos hijos, hijos fieles. Torreciudad, 7 de abril de 1970. Después de saludar a la santera y los trabajadores y bendecir las obras se despidió: Gracias por el cariño que habéis puesto, cuidando a la Virgen. Aquí se viene por amor a la Virgen.

(Extracto del libro de Manuel Garrido, Barbastro y el beato Josemaría Escrivá)

San Josemaría estuvo por tercera y última vez en Torreciudad del 23 al 26 de mayo de 1975, un mes antes de morir.

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