Padres, profesores y alumnos del colegio La Farga conviven durante tres días junto al santuario

12 de marzo de 2007

Padres, profesores y alumnos de 3º de Primaria del Colegio La Farga (Barcelona) han convivido estrechamente durante tres días en las instalaciones de El Poblado -de la localidad de El Grado- junto al Santuario de Torreciudad, donde han compartido juegos, reuniones de orientación familiar y clases de formación doctrinal.

Joan Ross, padre de cuatro hijos, uno de ellos en tercero, viene participando de estos encuentros desde hace once años: “En los dos primeros cursos el objetivo de las convivencias es que los padres nos conozcamos entre nosotros, de manera que nos involucremos más en la formación de los hijos en sintonía con las enseñanzas que se les proporciona desde el centro”.

Desde su experiencia, Ross cree que la iniciativa “es muy positiva”, logrando que al comenzar el curso escolar el comentario entre los padres sea “¿cuándo se celebrarán los campamentos?… porque todos sabemos que son unos días en los que no sólo los niños se lo pasan muy bien sino también los papás”. Según él, este tipo de convivencias facilita que luego, durante la actividad normal del centro, “se note un ambiente distinto en las reuniones de las familias con los profesores, ya que existe un trato más fluido entre todos”, comenta Ross.

Actividades de padres e hijos
En casi todas las actividades que han venido desarrollado participaron conjuntamente padres, profesores e hijos. A lo largo de las tres jornadas alternaron juegos y campeonatos deportivos con la asistencia a charlas de formación humana así como de dirección espiritual. En este caso concreto, como los colegiales están preparándose para recibir la Primera Comunión, el próximo mes de mayo, asistieron a algunas charlas de catequesis, “sobre las partes de la Santa Misa o el valor de la Eucaristía, y que a los padres también nos han venido muy bien”, apunta Ross.

Por su parte, Marcos Gabaldá, profesor de La Farga y responsable de uno de los cursos de 3º de Primaria, este tipo de jornadas “tienen beneficio directo sobre los propios padres: conviven directamente con los hijos, perciben el ambiente que les proporcionamos desde el colegio, ven a sus hijos funcionar con los amigos y se relacionan con el resto de progenitores del curso escolar”, indica el profesor.

Por otro lado, Gabaldá reconoce que de cara a los profesores, convivir tres días con los padres “ayuda a entablar amistad con ellos” o al menos “un vínculo que permite abordar cuestiones familiares, con el objetivo de orientarles de la mejor manera posible”.

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