En el retablo de Torreciudad hay dos montantes en los laterales que muestran rosas y espinas, reflejando una sugerente comparación de la predicación de san Josemaría: la belleza del sentido sobrenatural y la alegría aun en medio de los sufrimientos, que son inevitables en esta vida. Ambas realidades se hacen siempre presentes en la existencia humana.
Patricia nos escribe su experiencia ante esta representación artística y su oración confiada a la Virgen de Torreciudad:
«Después de una etapa de incertidumbres, mi día a día laboral estaba volviéndose muy cuesta arriba. Casualidades de la vida, en ese tiempo tuve la suerte de visitar Torreciudad. Allí, ante la imagen de la Virgen, me hablaron del retablo, que tantas veces había visto ya. Pero en esta ocasión explicaron algo que nunca me había parado a observar: las rosas y las espinas que hay en unos laterales, como reflejo de la propia vida, con sus momentos de belleza y sus sacrificios. Me sentí identificada.
Me puse en manos de la Virgen, le pedí con confianza que se abriera una puerta que llevaba mucho tiempo esperando. Y acepté las espinas, aún ahora me emociono recordándolo. Al día siguiente, recibí una llamada inesperada, que me ha abierto un nuevo y magnífico reto profesional. Y sé que la Virgen tuvo mucho que ver.
Gracias, Madre. Tengo pendiente una visita para darte gracias en condiciones, pero no quería dejar de compartir esta experiencia en la que, sin duda, la intercesión de la Virgen ha sido fundamental».