«La familia es el entorno idóneo donde se recibe la vida con alegría y se despide en paz»

6 de septiembre de 2024

Ricardo Gay Férriz es un reconocido especialista en temas de familia. Actualmente coordina la formación de moderadores de IFFD España (International Federation for Family Development, Federación Internacional para el Desarrollo Familiar). Con experiencia como director de colegios en España y en el Reino Unido, imparte cursos para orientadores familiares y colabora con varios centros universitarios. Casado, con cuatro hijos y tres nietos, este apasionado del alpinismo y la naturaleza ha estado en Torreciudad y ha respondido amablemente a nuestras preguntas.

• La institución familiar atraviesa actualmente aguas turbulentas, con visiones muy dispares sobre su naturaleza, a veces muy negativas. ¿Es posible ofrecer a nuestro mundo una experiencia atractiva de lo que es la familia?

Hace pocos días, mientras contemplaba la belleza de la Plaza Mayor de una localidad cercana, pasó a mi lado una joven pareja con un carro de niños doble: eran sus hijas gemelas, de escasos meses. Me pareció una estampa mucho más bella que la de la plaza, y no pude por menos que felicitarles. Ellos se pararon y me preguntaron:
—¿Nos lo dice en serio?
—¡Claro! ¿Por qué os sorprendéis?
Su respuesta fue rotunda:
—Porque muchos se callan pero sabemos lo que piensan. Y si se atreven a decirlo, parece que nos están dando el pésame… ¡Muchas gracias!

Creo que la belleza de la familia radica, por un lado, en sentirse agradecido por la vida: por la vida de mi pareja (a quien le digo cada día, con gestos y palabras, «¡Qué bueno que tú existas!»), y también por la vida de cada hijo, porque es un don, un regalo que no nos pertenece. El agradecimiento es fruto de saberse querido en la propia familia, y ese conocimiento y sentimiento nos ayuda a salir de nosotros mismos y a pensar en los demás.

Y por otro lado, es muy bello contemplar a una familia en la que todos se saben acompañados y nadie experimenta la soledad, tampoco al final de sus días, porque no hay mayor drama que morirse solo. Un buen amigo me contó hace poco algo conmovedor: la víspera del fallecimiento de su padre, que vivía en casa con una enfermedad terminal, tuvieron que llevar al hospital a su madre por unos fortísimos mareos. Cuando ella se enteró de que este episodio había alterado mucho a su marido y le habían tenido que poner morfina por los dolores, pidió volver a casa. Y al llegar, sin dudar un instante, se acostó junto a él y, sin soltarle de la mano, permaneció así como lo habían hecho siempre. Horas después, él falleció con mucha paz.

• La palabra «compromiso», tan esencial para la construcción de una familia, despierta grandes recelos en la sensibilidad contemporánea, especialmente entre los jóvenes. ¿Cómo se podría redescubrir su gran valor y proponerlo para que resulte motivador?

El miedo nos ata las manos, nos hace inseguros y nos impide proyectar con valentía y confianza un futuro abierto a la vida. Es el que nos hace pensar que es imposible luchar por mantener nuestros compromisos de por vida. Pero no es verdad, claro que es posible, lo que sucede es que cuesta esfuerzo. Una abogada matrimonialista, al preguntarle por qué 67 de cada 100 matrimonios o parejas que en España hace 15 años se prometieron amor eterno ahora ya no viven juntos, me decía:

—Mira, si yo cada mañana, al levantarme y mirarme al espejo, no puedo aguantarme a mí misma, ¿cómo voy a aguantar con el paso del tiempo a éste que duerme a mi lado? Las parejas que sólo piensan en sí mismas, que no se olvidan de sí mismas, tienen un futuro poco halagüeño.

El amor a mi pareja y el amor a nuestros hijos nos abre a los demás, nos hace salir de nosotros mismos. No amamos en función de lo que recibimos de ellos, sino que los amamos por quienes son. Por eso procuramos el bien del amado, y así podremos amar siempre. Así podremos perdonar siempre, también a nosotros mismos. Deseamos ser felices, y es el amor lo que nos colma de una felicidad auténtica.

Formar una familia es un proyecto magnífico, una tarea que comienza con el compromiso de la pareja y que acaba cuando la vida de los padres termina. Si lo hacemos antes, la tarea quedará inconclusa. Merece la pena apostar por el compromiso de amarse y de ser fieles hasta el final. Porque todos deseamos ser queridos sin condiciones, y por eso el amor no pone límites, en caso contrario sería un amor falso.

Ricardo con sus tres nietos

• Torreciudad aspira a ser el santuario de la familia. ¿En qué medida la fe constituye un apoyo firme a la hora de afrontar las dificultades, grandes o pequeñas, que la vida en familia trae consigo?

Pienso que la familia de Jesús, María y José nos puede servir de referente. ¿Acaso María y José no se conmoverían con el don de la vida de su hijo? En sus años de matrimonio, ¿no padecieron innumerables contratiempos? ¿No llevarían una vida aparentemente monótona, y convivirían con alegría ante las limitaciones de cada uno y de sus circunstancias? ¿No acompañarían María y Jesús a José en el lecho de muerte? ¡Y qué gran consuelo tendría Jesús al contemplar a su madre al pie de la cruz, acompañándole hasta su último aliento de vida!

Este es para mí un magnífico ejemplo: la vida de los tres, como don y como tarea, hasta el final. La fe resulta decisiva para que una familia sea el entorno idóneo donde se recibe la vida con alegría y se despide en paz y en compañía, desde sus orígenes hasta su fin natural.

• Son ideas con gran fuerza, pero ¿es posible llevarlas a la práctica hoy en día?

Hace unos años que formo parte de un equipo de expertos en familia que ha diseñado un itinerario de formación para cualquier persona que desee vivir la belleza de la familia en su plenitud. El equipo se llama Itaca y trabaja para la International Federation for Family Development, IFFD, presente en 69 países. Muchas cuestiones antropológicas son comunes a todas las familias, diversas en el tiempo y en el espacio. Y a la vez, los tiempos presentes plantean retos antes desconocidos. Por eso merece la pena aprender estrategias adecuadas para no caer en el individualismo y en el materialismo que nos rodea. El aprendizaje en Itaca es vivencial e inductivo, una forma de llegar a la verdad, la belleza y la bondad de la familia, de modo que cada uno aprende a ser el protagonista de su propia vida y de su propia familia.

Muchas veces hemos oído que el futuro de la sociedad depende de la familia. Yo añado que el futuro de la familia depende de lo que hagamos por ella en la sociedad en la que vivimos, y en nuestro hogar. No hay que dejar de promover iniciativas en favor de la familia, de nuestra familia. Cada uno donde esté y hasta donde pueda llegar. Por eso alabo el trabajo que en este sentido se realiza en y desde Torreciudad, y doy las gracias a quienes lo realizan.

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