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Bioko, Guinea Ecuatorial

 

Una nutrida representación de guineanos peregrinó para depositar la imagen en Torreciudad el 29 de mayo de 2010 con motivo de la Primera Peregrinación de Familias de Guinea Ecuatorial, que se ha venido repitiendo desde entonces el último sábado de mayo.

 

INFORMACIÓN SOBRE ESTA ADVOCACIÓN

Los sacerdotes Aimemí y Amador Martín, tras escuchar los relatos legendarios sobre Bisila de la comunidad bubi –una de las razas de Guinea- y encontrar semejanzas con la Virgen María, comenzaron a promover la figura de Bisila como advocación de la Madre de Dios. Se edificó una capilla y se encargó una estatua a la que se dio el nombre de “Nuestra Señora de la Isla”, inscripción que figura en el pedestal, y que se instaló a 2.800 metros, en el pico de Basilé, mirando hacia la ciudad de Malabo. Su inauguración tuvo lugar en mayo de 1968.

Así dice la tradición: Hace mucho, mucho tiempo, en el pueblo de Botejé en la isla de Bioko hubo una gran epidemia, y comenzaron a morir los niños, el cielo se oscureció, los colores se apagaron ya las mujeres se les secaba la leche de sus pechos, los hombres que tenían la medicina, no sabían qué hacer, hablaban con los espíritus, pedían para que se acabara aquella epidemia, pero nada sucedía. Un día la hija del Botuku (jefe de la tribu), que era una hermosa adolescente, fue al rio a bañarse con sus amigas, y mientras se bañaba, sintió ganas de hacer Necesidad, así que se metió en una cueva, por vergüenza y cuando ya había terminado delante de sus ojos vio a la mujer más hermosa que no había visto en su vida. Era una mujer con cientos de trenzas largas hasta la cintura, una piel negra, brillante, una falda larga de rafia. La hija del Botuku comenzó a gritar, pues sospechaba que aquella mujer que tenía delante no era una mujer, sino un espíritu. Y sí, era un espíritu que quería usar a la chica, para dar su mensaje, la chica siguió gritando y ella habló: ‘“no grites, no grites yo soy BISILA si hacéis todo lo que yo os digo volverán a nacer los niños en Botejé Porque los niños son tesoros que han de cuidar de la tierra, he de hablar con los hombres de la medicina y te necesito para ello”. La hija del Botuku siguió gritando, hasta que cayó desmayada fue el momento que Bisila aprovechó para entrar en el cuerpo de la chica. Cuando las amigas de la hija del Botuku, entraron en la cueva, la encontraron en el suelo y sin sentido. La llevaron ante los hombres que tenían la medicina, estos por cómo estaba su cuerpo, dedujeron que estaba poseída por un espíritu y enseguida le hicieron las pruebas para saber. Una vez despierta; le dieron de comer un fruto que solo lo puede comer alguien que tiene un espíritu dentro, pues su sabor es tan amargo para una persona normal, que es imposible probarlo e insoportable; la hija del Botuku comió tres de las frutas que la ofrecieron, como si fueran el manjar más exquisito. Hicieron la segunda prueba; darle de beber agua del mar, ella bebió 7 litros como si fueran agua dulce del rio. Viendo que estaba poseída se puso a hablar con el espíritu: ¿quién eres y qué quieres? Y Bisila respondió: “’yo soy Bisila si hacéis todo lo que digo, volverán a nacer los niños en Botejé, los niños son tesoros ellos han de cuidar de la tierra. Construiréis una rohia (choza “casa espiritual de los bubis”) en lo alto de la montaña, allí una mujer que yo elegiré, como en este caso la hija del Botuku y un niño elegido por mí, me traerán en ofrendas, los frutos de la tierra, yo hablaré por medio de ella, he iré indicando a los hombres que tienen medicina lo que hay que hacer en adelante”. Hicieron lo que Bisila pedía… una rohia en lo alto de la montaña le llevó todo tipo de ofrendas, frutos de la tierra, desde entonces ella se ocupa que tengamos tanta abundancia en la Isla de Bioko, que no nos falte ningún alimento. Sucedió algo hermoso: el cielo se llenó de luz, volvieron los colores, comenzaron a nacer niños, cada mujer tenía un niño amamantado en sus pechos, niños sanos, alegres, Botejé se llenó de alegría y siguieron naciendo niños, niños que al crecer dejaban el pueblo e iban poblando toda la Isla de Bioko, y… siguieron naciendo niños, que llenaron de Bondad toda la Isla de Bioko hasta nuestros días.
Es por eso es que en el pueblo de Botejé (donde vienen los niños) las mujeres bubis de la Isla de Bioko siempre tenemos un niño en nuestro pecho, es el regalo que le hacemos a la tierra y entregamos a Bisila, porque los niños son tesoros para ellas».

Más adelante, el arzobispo de Malabo propuso a la Santa Sede la advocación mariana de la Virgen de Bisila, petición que fue atendida por la Sagrada Congregación para el Culto Divino en 1986: Establecemos a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de Bisila, como celestial patrona de la Isla de Bioko, en la Archidiócesis de Malabo, y decidimos que sea tomada como tal, con todos los derechos y privilegios inherentes. La entronización de la Virgen Bisila se llevó a cabo el 15 de agosto de 1987, en la Santa Iglesia Catedral de Malabo, siendo Arzobispo Monseñor Rafael María Nzé Abuy, uno de los protagonistas activos en la consecución de este evento único hasta esa fecha en todo el continente africano.