Madrid

El 1 de mayo de 2016, un grupo de sordos y sordo-ciegos de Madrid, que frecuentan la parroquia de Nuestra Señora del Silencio, hicieron su peregrinación a Torreciudad en el Año de la Misericordia y dejaron como ofrenda esta imagen que se venera en la parroquia. De vez en cuando tenemos en el santuario visitas guiadas y actos religiosos dirigidos a personas sordas; y en esos casos, la imagen de la Virgen del Silencio se saca en procesión o se coloca en una mesa. Mn. Xavier Pagès, sacerdote de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y responsable de la atención pastoral a las personas sordas de la Diócesis de Barcelona, ha organizado ya varias peregrinaciones a Torreciudad.
INFORMACIÓN SOBRE ESTA ADVOCACIÓN
La Parroquia de Santa María del Silencio es un edificio bastante gemelo al Palacio de Comunicaciones de Cibeles. Aquí se ofrece la misa tanto hablada como en lengua de signos. Está dedicada a la advocación de Santa María del Silencio, patrona de los sordos y sordociegos. En el Siglo XVII un caballero florentino y su mujer María del Haro colocaron una imagen de la Virgen en la esquina de su casa. La bautizaron como Virgen del Silencio. En 1615 se puso en el nicho un retablo de la Virgen con el niño durmiendo a sus pies, a su lado estaban San José y San Juan con un gesto en el que pedían silencio. Así los vecinos la bautizaron como la Virgen del Silencio. Una joven criada de unos famosos actores, se casó por aquel tiempo con un buhonero. Catalina, que así se llamaba la joven, acompañaba a su marido a todos los lugares, hasta que un día contrajo una enfermedad que la dejo tullida. Catalina tuvo que quedarse en Madrid, y mendigar por sus calles para poder subsistir. Paseaba por las calles con sus muletas y dormía debajo de la Imagen de esta Virgen a quien veneraba. Tanta era su veneración que decidió comenzar una novena. Al término de esta se quedó dormida al pie de la Imagen y al despertar estaba totalmente curada. Las muletas se quedaron colgadas en la pared como testimonio del milagro. La noticia corrió por el barrio y fueron muchas las personas que peregrinaban a este lugar, incluso acudieron nobles como la Condesa de Chichón que también salió curada de sus dolencias. Un año más tarde los vecinos pidieron que se trasladase la imagen a la parroquia de San Sebastián, en el Barrio de las Letras, para que tuviera un digno entorno.
El nombre de la imagen que hoy preside la vida de esta Parroquia se debe al padre de uno de los sacerdotes sordos que trabajaban en Madrid en tiempo anterior a la creación de la Parroquia. Según él, y hace mucho tiempo, junto a la devoción a las Vírgenes de La Almudena y de La Paloma hubo también en Madrid una gran devoción a un cuadro de la Virgen conocido como «Nuestra Señora del Silencio». Y no se le ocurrió a esta persona mejor advocación para la parroquia de los sordos de Madrid que la de esa antigua devoción mariana hoy desaparecida.
Una vez decidida la advocación de la Virgen se pensó en su imagen. La idea de su talla fue de una de las personas sordas que ya frecuentaban el Centro Diocesano de Pastoral del Sordo que hizo el primer y definitivo diseño de la misma: La Virgen, sobre su brazo derecho y apoyado en su hombro, sostiene a Jesús Niño que parece querer hablar mientras Ella, con su dedo índice izquierdo cruzado en la boca, hace ademán de pedir silencio, recordándonos así que para escuchar la voz de su Hijo es necesario un «silencio interior» semejante al de María, según nos cuenta el Evangelio de S. Lucas (2, 51) que nos dice como «María conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón».
La imagen fue entronizada en la capilla del Centro Diocesano de Pastoral del Sordo, y bendecida por el obispo auxiliar de Madrid, D. Ramón Echarren Isturiz, el 13 de mayo de 1971.
Oración a Santa María del Silencio. Compuesta en 1972 por dos personas sordas.
Tú, que oyes nuestras voces, aunque no hablemos, pues comprendes en el movimiento de nuestras manos el lenguaje de nuestros corazones. No te pedimos, Señora, que nos des la voz y el oído para nuestros cuerpos, sino que nos concedas entender la Palabra de tu Hijo, y llegar a Él con amor, para la salvación de nuestras almas. Queremos amar nuestro silencio para evitar la calumnia, el odio y el pecado y, callando, dar testimonio de nuestra Fe. Queremos ofrecerte el silencio en que vivimos para que todos te llamemos Madre y seamos verdaderos hermanos, sin odios, ni rencores, como hijos tuyos. Te rogamos traduzcas nuestro arrepentimiento ante tu divino Hijo, en la hora de la muerte, para que en la otra vida podamos oír y hablar cantando tu alabanza por toda la eternidad.