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Haro, La Rioja

 

Un grupo de devotos de la Virgen de la Vega, de Haro, trajo al santuario una imagen de su patrona el 17 de septiembre de 2012, con el objeto de organizar peregrinaciones desde esta localidad riojana.

 

INFORMACIÓN SOBRE ESTA ADVOCACIÓN

«Virgen de la Vega» es la advocación que, en esta ocasión, el pueblo cristiano de Haro ha querido dar a esta imagen de la virgen María. Como todas las de su tiempo también tiene su historia o leyenda sobre su origen y su descubrimiento (Ver artículo sobre la leyenda granadina). No es de extrañar. En los tiempos revueltos y difíciles de la Edad Media, empeorados por las repetidas invasiones árabes y sus ataques a personas y objetos de culto, se hacía necesario amparar «prendas» tan queridas. La imagen es una talla en madera policromada que responde a una tipología común a las tallas de su tiempo. Su manto es dorado; una toca cubre su cabeza; y, con toda seguridad, en otro tiempo tuvo una corona, también de madera policromada, sustituida luego por la de metal. Así mismo tiene un fruto en su mano derecha, una manzana; el niño en sus rodillas en actitud de bendecir.

En esta imagen se pueden ver, también. tres atributos más: un rosario, una granada y unas espigas. El primero pende de las manos de la Virgen y del Niño queriendo significar a sus fieles devotos, el amor que mana hacia esta práctica piadosa. El segundo, en la mano derecha de la imagen, nos habla de los privilegios que la ciudad gozó en tiempos de los Reyes Católicos y que hacen relación a la toma de Granada. El tercero, también en su mano derecha, son constancia del prodigio más conocido y amado por los hijos de Haro: una madre se encuentra sin nada qué comer para su hijo, a no ser unas espigas de cebada, e invoca a la Virgen de la Vega ante esta situación. En respuestas, María, le concede que. bajo apariencia de cebada, los granos sean de trigo. Estas espigas se repiten hasta hoy siendo un alivio para los enfermos que invocan a María tomando sus granos.
La tradición más conocida y divulgada de la imagen de Ntra. Sra. de la Vega es la leyenda Granadina. Esta, tal como la tradición la ha ido trasmitiendo, vendría a ser la siguiente: Tras la invasión de la península ibérica por los musulmanes, a raíz de la derrota del rey Don Rodrigo en la tristemente famosa batalla de Guadalete, el año 711; un grupo de cristianos que vivían en las fértiles vegas de Granada, se vieron obligados a huir dejando abandonadas sus tierras. En su huida llevaron consigo su más importante tesoro, una milagrosa imagen de la virgen que veneraban desde hacía tiempo y que no podían permitir que cayera en manos de los infieles invasores. Transportaron su imagen hacia el norte hasta llegar a las orillas del río Ebro en su confluencia con el cauce del Oja-tirón, muy cerca del emplazamiento de la actual ciudad del Haro, que aún no existía como tal. Allí escondieron su imagen, en las tierras de aquella rica vega que tanto le recordaba al lugar de donde procedían.

Muchos años después, tras la reconquista de las tierras riojanas y el asentamiento de poblaciones cristianas en sus tierras, unos hortelanos que habían plantado su huerta en aquel lugar descubrieron la imagen, que se les apareció en un cebollar de su propiedad. Esta aparición supuso un acontecimiento para los habitantes de aquellas tierras que se aprestaron a construir una modesta ermita donde venerar aquella imagen tan milagrosamente aparecida. Pasó el tiempo y arraigó la devoción de los lugareños por aquella imagen, pero los granadinos, enterados del hallazgo regresaron para recuperar a su virgen, aduciendo sus legítimos derechos sobre ella. Los riojanos, ante las evidencias aportadas, con gran tristeza en su corazón, tuvieron que entregar aquella imagen a la que tanto querían y que tanto bien les había reportado. Usaron los de Granada unos bueyes para su transporte resultando que al llegar a las lindes de aquellas tierras los anímales paraban y no había forma de hacerlos continuar, intentaron a la desesperada aquellos hombres dar vuelta a los bueyes para regresar a la ermita que habían dejado atrás y comprobaron con asombro que los animales tomaban mansamente y con decisión la vía de regreso. Intentaron de nuevo llevarse a la virgen por el mismo método he hicieron, esta vez, un largo camino, hasta llegar a una posada donde se quedaron a pasar la noche. Al amanecer, comprobaron con asombro que los bueyes junto con su preciosa carga habían desaparecido. No fue tanta su sorpresa al comprobar que los bueyes habían regresado, sin que nadie les condujera a la modesta ermita de la Vega. Por fin comprendieron que era la mismísima Madre de Dios la que por este prodigio les estaba indicando que quería que aquella imagen se quedara esa ermita, para su veneración por los lugareños y sus futuras generaciones, y así lo hicieron, con harto dolor de su corazón abandonaron sus pretensiones y dejaron en la vega de Haro su venerada imagen.