Padres, profesores y alumnos de la escuela infantil Eraín-Txiki han pasado este largo fin de semana de convivencia, con motivo de la peregrinación organizada para clausurar los actos de celebración de los 25 años del centro educativo situado en Irún (Guipúzcoa), con el ofrecimiento de los hijos a la Virgen y la imposición del escapulario entre las actividades celebradas.
Según su directora, Virginia Uribe, la iniciativa surgió porque “en el colegio hay una especial devoción hacia la Virgen de Torreciudad y nos hacía muchísima ilusión venir hasta aquí para la clausurar el aniversario”. Además, como ya es tradición en el santuario, también han aprovechado para entronizar una réplica de la Virgen del centro y “depositarla en la galería de advocaciones marianas, junto a las cientos de imágenes de todo el mundo”.
Ha sido la primera vez que el centro organizaba una salida de estas características. Poco antes de su conclusión, la directora afirmaba que la experiencia “ha sido increíble” sobre todo “para muchas de las familias que no conocían nada, ni habían estado anteriormente en el santuario, y se van bastante conmovidas del ambiente de acogida que hemos tenido y del recogimiento que se vive”. Según ella, “muchos han empezado a comentar que cuándo empezamos a organizar la próxima convivencia de padres y alumnos”. Si se le pregunta el motivo, Uribe no duda en contestar, “porque ayuda muchísimo a que familias de un mismo curso se conozcan y aprendan a convivir con los hijos”.
Entre los matrimonios asistentes, Paulino y Pilar han estado acompañados de sus tres hijos de 6, 3 y 1 año respectivamente. Eso sí, los motivos de su presencia, aunque compartidos, eran diferentes: El, porque no conocía el santuario: “había oído mucho y me apetecía venir”. Ella, porque el domingo “celebramos nuestro aniversario de boda”. Nunca antes habían convivido tres días con otros padres del colegio: “Te ayuda a conocerles más – destacaba Paulino- compartes muchas cosas e intercambias impresiones y opiniones con ellos”, mientras que para Pilar, “como todos venimos con niños muy pequeños compartes las mismas experiencias y preocupaciones”. Paulino se queda con una imagen: “la serenidad que transmite el santuario y la paz que tiene el lugar, que viene a resumir un poco lo que se habló en el primer día de ‘Alma y Calma’”. Por su parte, Pilar, que ya había estado hace veinte años, su imagen es “ver a Paulino llevar las andas de la Virgen durante la Romería y el orgullo con que lo hacía”.
Como el resto de “compañeros”, también ellos ha dirigido sus peticiones a Ntra. Sra. de Torreciudad: “Sobre todo hemos pedido por las personas que más quieres y solicitar a la Virgen que nos guarde a todos en la salud y que perdure nuestro amor”, comentan.
El domingo, antes de partir hacia casa, los rostros de los padres reflejaban el cansancio típico de un viaje de tres días cuidando de 56 niños, de entre 0 y 5 años, a los que ha habido que dar biberones, entretener con juegos, hacerles dormir la siesta, cambiarles de pañales y aguantar los lloros… muchos lloros, porque cuando acababa uno empezaba el siguiente.
Aún con todo ello, Virginia se felicitaba de la ayuda de los hermanos mayores que “han dado un gran ejemplo a los más pequeños, aunque muchos de los matrimonios venían con su primer o segundo hijo”. Para ella, como directora, los tres días de convivencia le han sido de una gran ayuda para “conocer las familias, ver funcionarlas y que aprendan unos de otros muchas cosas positivas”, concluía.