Fallece Pedro Zarandona, primer presidente del Patronato de Torreciudad

23 de mayo de 2009

Pedro Zarandona Antón falleció en Madrid el 21 de mayo a la edad de 87 años. Capitán de corbeta y economista, dedicó muchos esfuerzos al proyecto y construcción del santuario de Torreciudad desde su responsabilidad como primer Presidente del Patronato.

Pedro Zarandona Antón (Castro Urdiales, 1922) falleció en Madrid el 21 de mayo, ciudad en la que trabajaba desde que en 1992 dejara físicamente Aragón. Pedro dedicó los años más plenos de su vida profesional formando parte del equipo que promovió la realidad gozosa que hoy es el santuario de Torreciudad. Capitán de Corbeta y economista, se empeñó a fondo desde finales de los años 60 en el proyecto y construcción del santuario (inaugurado en 1975), y presidió el primer Patronato de Torreciudad, como asociación civil dedicada a contribuir a que el santuario cumpliera sus fines de promoción espiritual y social. Trabajé con él durante diez años, y me queda el ejemplo de un hombre íntegro, alegre, exigente y con una gran confianza en la superación de las dificultades.

Era ejemplar en su fidelidad para llevar a cabo lo que san Josemaría Escrivá quería de Torreciudad: frutos espirituales, la paz y la conversión para personas y familias, y también la promoción social de la región. Y todo ello a través de la Virgen, a la que Pedro rezó mucho. Sin ser aragonés, lo es de adopción, porque tenía mucho cariño a esta tierra, y se implicaba en sus retos e ilusiones, no estaba de paso. Calidad de vida en el medio rural, comunicaciones, infraestructuras, educación, turismo de calidad, transporte…, son temas que seguía a diario, que trataba con autoridades regionales y locales, con el fin de impulsarlas y reclamarlas, sin fijarse sólo en una parte del territorio o en una localidad determinada.

Le conocí en agosto de 1982 cuando Gaspar Castellano, entonces Presidente de la DGA, estuvo en el santuario, acompañado por Esteban Viñola, alcalde de Barbastro. En éste y tantos otros encuentros los contenidos eran similares en el fondo: cómo mejorar y aumentar el servicio de Torreciudad desde su identidad, cómo ampliar su proyección internacional, trabajando codo con codo con todos. Quería un compromiso activo del Patronato de Torreciudad en la contribución a la solución de los problemas y retos, sin llamar la atención ni ser ignorados.

Compatibilizaba sus funciones de representación con otras más sencillas pero muy importantes. Por ejemplo, dedicaba tiempo a la atención y acogida de los peregrinos y visitantes, implicándose en unas visitas guiadas llenas de sabiduría y simpatía. Y eso lo hacía compatible con gestiones constantes para conseguir fondos que posibilitaran el mantenimiento de los edificios de Torreciudad, siempre necesitados de ayuda.

Fue hombre de amigos, que conocían su entrega en el Opus Dei, al que pertenecía desde 1948. Martín Sambeat, Adriana Corrales, Rafael Fernández de Vega, Manolo Gómez Padrós, Manolo Samitier, Rufino Montañés, Don Ambrosio Echebarría, Manolo Rodríguez Chesa, Angel Huguet, Pepe Güetas, son entre otros muchos algunos de los barbastrenses que confirmarían su amor y dedicación por Aragón.

Su última etapa en Madrid, dedicado a la promoción de actividades, becas y ayudas a través de varias fundaciones, confirma la generosidad vital de un hombre que enriqueció Aragón sin ruido.

Manuel Garrido

(Publicado originalmente en HERALDO DE ARAGÓN el 23 de mayo de 2009)

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