“El mundo era su horizonte”

13 de marzo de 2002

François Gondrand, 66 años, hispanista y comunicólogo francés, autor de la primera biografía –publicada en 1982– sobre el fundador del Opus Dei, Au pas de Dieu (Al paso de Dios), destaca que estamos ante “un hombre de deseos”, “un soñador realista”, con una eficacia que es “fruto de su correspondencia y fidelidad, de ir al paso de Dios”. Gondrand, escritor traducido al castellano, inglés, polaco, italiano y finlandés, es diplomado por la Sorbona de lengua y literatura castellana. Cuenta también con otra diplomatura en el Institut d’Etudes Politiques, de la Universidad de París. Ha trabajado en las relaciones externas de un ente patronal y en el mundo de la publicidad, y es autor de tres libros sobre la comunicación. Acaba de visitar Barbastro y Torreciudad. Este autor, que pidió la admisión al Opus Dei en 1960, en París, se especializó en Gabriel Miró, cuya vida analizó en Orihuela. “Creo muy interesante –sugiere— estudiar las correspondencias del estilo literario de Miró, Escrivá, Azorín y Juan Ramón Jiménez, con estilos tan cuidados, frases cortas y sugestivas, la exactitud y poder evocativo de las palabras”.

¿Por qué tituló Al paso de Dios su biografía?

Tomé esa cita de san Juan de la Cruz, que usaba muchas veces Josemaría Escrivá, para reflejar la fidelidad de las respuestas de Escrivá a los requerimientos de Dios, que combinaba la paciencia con la lucha por evitar interrupciones, señal de pereza o falta de entusiasmo. Decía moderad vuestra impaciencia, pero sin interrumpir nunca la labor, ¡cueste lo que cueste!. Al paso de Dios quiere decir con urgencia sin precipitación, para extender el mensaje en todos los ambientes y países. Este ir al paso de Dios es un paso especial, y Escrivá fue muy fiel al ritmo que le marcaba el Señor, y no dejó de buscar la universalidad para la fundación que Dios le inspiró. En expresión de Paul Claudel, fue un hombre de deseos. Ya en 1936 proyectaba ir a Francia, a pesar de que España atravesaba una gran crisis. En la legación de Honduras en Madrid, donde se había refugiado, no pierde de vista la futura expansión, y habla de ir a París y Bonn. Anima a los primeros a aprender idiomas, por ejemplo, a Álvaro del Portillo le sugiere que estudie japonés. Esto supone una gran visión de futuro y fe operativa.

¿Cómo explica la fecundidad de su vida?

 La fidelidad explica que haya ido tan de prisa y que haya habido tantas realidades de apostolado cuando murió . Una vida “al paso de Dios”, porque se ha amoldado a ese ritmo. Desde el período de Zaragoza, del “ut sit” (¡que sea!), antes de recibir la vocación, en el que ya estaba trabajando por el Opus Dei sin saberlo, hasta las nuevas implantaciones de los últimos años. Gastó toda la vida, con heroísmo, para que se cumpliera lo que había visto. Desde Roma, sin apenas moverse de su sitio, el Fundador impulsa el comienzo y el desarrollo de la labor del Opus Dei por el mundo: treinta países en los cinco continentes entre 1946 y1975.

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