Resurrección del Señor

23 de marzo de 2008

Los cientos de fieles asistentes a la Vigilia Pascual en Torreciudad se asemejaban, según una antiquísima tradición, a los criados que, con las lámparas en sus manos, esperan el retorno del Señor, para que a su llegada les encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa. De hecho, el sagrario del santuario se encuentra vacío desde el día anterior, y en el altar preside la Cruz entronizada, cubierta con un paño rojo, con un laurel de victoria. La primera parte de la liturgia, la de la luz, no pudo tener lugar en el exterior de la iglesia debido al fuerte viento, sino en el atrio de entrada, en medio de la oscuridad rota por la llama de fuego que arde sobre un candelero. El rector, en presencia de un reducido número de feligreses, bendijo el fuego y preparó el cirio pascual, en el cual con un punzón trazó una cruz. Luego marcó en la parte superior la letra Alfa y en la inferior Omega, entre los brazos de la cruz marca las cifras del año en curso.

A medida que se anuncia el Pregón Pascual, la procesión se fue adentrando en la iglesia dando lumbre a centenares de mechas que prendían, de vela en vela, símbolo de gozo ante la inminente resurrección. En la nave, gran silencio, comienzó la liturgia de la Palabra para contemplar los grandes temas de la historia de la salvación. La liturgia Bautismal llamó a los fieles a la renovación de los compromisos bautismales, y llegó el culmen en la liturgia de la Eucaristía con la que la Vigilia pone fin la celebración eucarística.

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