Desde hace una década, además de familias españolas, también llegan francesas, belgas, italianas y desde hace ya varios veranos, inglesas. El inicio del verano, además de traer un sol reluciente y unas temperaturas muy agradables en todo el territorio que rodea al santuario, trae también consigo un montón de familias con el objetivo de descansar unos días en torno a Torreciudad. El pasado año se celebraron los 25 años del Tozal, un complejo de viviendas y apartamentos dotado de instalaciones deportivas y piscina, a 4 km. del santuario junto al embalse del Grado, y por donde pasan más de 1.500 personas durante los meses de julio y agosto. Desde hace una década el Tozal se ha internacionalizado y es frecuente encontrarse en estas fechas familias francesas, belgas, italianas y desde hace ya varios veranos familias inglesas que acuden durante la segunda quincena del mes de julio.
Como contaba Pepe Montuenga, uno de los impulsores de la urbanización: “Parece un milagro… y seguramente la Virgen tiene mucho que ver, pero también hay que tener en cuenta el trabajo de los pioneros, asentando las bases para que realmente aquella aventura fuera mucho más que un lugar de descanso: un pueblecito, donde la gente se preocupa realmente de los demás, de que lo pasen bien descansando viviendo unos días intensos y diferentes”. En las calles del Tozal se organizan tantas actividades, campeonatos, tertulias y festejos, que realmente no hay lugar para el aburrimiento y además sin darse cuenta, mientras se lo pasan bien se aprovecha para que todos crezcan humana y espiritualmente. Estas familias proceden de muchos sitios y como una gran parte de ellas son numerosas, las calles suelen estar atestadas de niños de todas las edades, pero también de tíos y abuelos. Como afirmaba el propio Montuenga, “aunque ciertamente a la gran mayoría nos unen los valores cristianos y el amor a la Virgen, cada familia no deja de tener su propio estilo lo que también nos ha enriquecido a todos”.
Sin duda, en el Tozal se demuestra como en ningún otro sitio que lo importante para estar a gusto no son las cosas sino las personas. Además, con el paso del tiempo también se han ido sus instalaciones deportivas, la piscina, los jardines infantiles, etc. además de ir descubriendo los muchos atractivos que ofrece el Alto Aragón.
Santuario de las familias
Si algo caracteriza a Torreciudad desde sus orígenes (s. XI) es el protagonismo de las familias en este lugar a lo largo de sus nueve siglos de historia. Fueron los vecinos de esta zona del Pirineo aragonés los que alzaron la primitiva ermita en honor de la Virgen de Torreciudad, hoy mundialmente conocida desde que se construyera el nuevo santuario en 1975 por iniciativa de san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. Al igual que entonces, siguen vivas manifestaciones de devoción popular como el ofrecimiento de los hijos a la Virgen y las peregrinaciones de familias enteras para agradecer y solicitar algún favor, con otras más recientes como las de parejas de novios celebrando su enlace o matrimonios conmemorando aniversarios.
Dentro de su labor pastoral, el santuario ha puesto en marcha una serie de iniciativas dirigidas directamente para ellas: Bendición de novios: parejas próximas a comprometerse en el Sacramento del matrimonio, acuden a la Virgen como modelo de Hija, Madre y Esposa. Enlaces matrimoniales: en la iglesia del santuario o en la ermita centenaria, para adquirir los compromisos esponsales ante familiares y amigos.