Desde hace años, durante los meses de verano nos ayudan en los actos de culto y en otras actividades grupos de seminaristas que realizan sus estudios en las facultades eclesiásticas de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz en Roma y de la Universidad de Navarra. En esta ocasión, agradecemos el servicio que están prestando, de izquierda a derecha en la fotografía, Robert (Tanzania), Sthabiso (Sudáfrica), Juan (Argentina), Kelvin (Nicaragua) y Alfredo (México).
Robert Mahucha tiene 26 años y nació en Mwanza, Tanzania. El próximo curso comenzará sus estudios de Teología en la Universidad de Navarra, tras haber superado los de Filosofía. «El santuario es muy bonito, aquí rezo muy a gusto el rosario, me encanta rezarlo. Valoro el uso del órgano en las celebraciones, y lo que más me gusta es cómo está aquí organizada y preparada la liturgia, creo que ese orden facilita el encuentro con el Señor. Con la ayuda de Dios, deseo culminar mi vocación, y cuando sea sacerdote procuraré tener las cosas organizadas y ordenadas igual que aquí».
La ciudad sudafricana de Mandeni vio nacer hace 25 años a Sthabiso Zibani, que comenzará en septiembre el segundo curso de Filosofía dentro de los estudios del Bachillerato de Teología, también en la Universidad de Navarra. «Torreciudad es un lugar extraordinario para rezar, hay un recogimiento y un silencio estupendos para la oración. Y también hay momentos de fiesta y mucha alegría, como el otro día con la peregrinación de familias de Guinea Ecuatorial, con sus danzas y cánticos me sentí muy identificado, claro… —dice con una amplia sonrisa—». Subraya la importancia que se da a los sacramentos en el santuario: «para una espiritualidad como la mía, netamente diocesana, me ayuda mucho vivir esta cercanía con la gente para facilitar su conversión a través de la confesión y la eucaristía».
Juan Miranda tiene 28 años y es natural de General Pinedo, Argentina, en la región del Chaco, y comenzará este curso los estudios de Teología en la Universidad de Navarra. «Me ha sorprendido mucho la gran devoción que tienen los peregrinos a la Virgen de Torreciudad, sobre todo las familias, incluso en tiempo de vacaciones. Es muy edificante ver la piedad con la que rezan y confían en la Madre de Dios, y especialmente observar los grupos de jóvenes que están participando en actividades de verano cerca de Torreciudad y que vienen a misa, a confesarse… Personalmente me está ayudando mucho contemplar la piedad con la que celebran la misa los sacerdotes aquí, despierta el deseo de imitarles».
Kelvin Acuña nació hace 26 años en la ciudad nicaragüense de León, y va a iniciar el 4º curso de Teología, como sus compañeros, en la facultad de Teología de la Universidad de Navarra. «Muchas cosas me han impactado, pero me quedo con todas las manifestaciones de devoción popular, con la fe transmitida por las familias, de padres a hijos, y con tantos jóvenes comprometidos, a los que he visto rezando, incluso anotando en sus libretas mientras oraban. Para mí esta experiencia está suponiendo una mayor cercanía con la Virgen María, a la que siempre he sentido cercana, pero estos días parece que le escucho decir ven a mi casa. Y esto debo transmitir a otros, que somos hijos extraviados y en su amor de madre encontramos siempre compañía y acogida».
Alfredo Sánchez es mexicano, de la ciudad de Puebla, y tiene 29 años. Comenzará en septiembre el tercer curso de Teología en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz en Roma. «Es admirable la gran disponibilidad de los sacerdotes de Torreciudad para atender el confesionario, y las muchas personas que se confiesan, creo que precisamente por eso. También me llama la atención el orden y la limpieza, el entorno natural, que es maravilloso, y el fervor de los fieles a la Virgen de Torreciudad, su devoción es muy grande. Personalmente estos días me están afianzando en mi vocación, fortalecen mi profunda convicción de que vale la pena ser sacerdote».