200 km. de fe: Lourdes-Torreciudad a pie

Un grupo de jóvenes holandeses y españoles han compartido este verano una experiencia fuera de lo común: recorrieron a pie en nueve etapas los cerca de doscientos kilómetros que separan los santuarios de Lourdes y de Torreciudad atravesando los Pirineos.

VÍDEO DE LA PEREGRINACIÓN

El recorrido atraviesa los Pirineos, con el punto más alto situado en el puerto de la Lera, en la frontera entre Francia y España, a 2.400 m. de altura. “La idea se me ocurrió hace algunos años, viendo un vídeo sobre la Ruta Mariana”, explica Javier Ferrando, Técnico en Educación para el Desarrollo en la Fundación Mainel de Valencia y promotor de la actividad. “Me gusta mucho el senderismo y la montaña y me dije que hacer andando algún tramo de la ruta tenía que ser extraordinario. En mi familia ya tengo el precedente de mi padre, porque cumplió una promesa que hizo a la Virgen por la curación de una sobrina y fue andando en peregrinación desde Valencia a la basílica de El Pilar en Zaragoza”.

Es la tercera vez que Javier hace el recorrido, organizado este año por la asociación juvenil Dardo, de Valencia, con el apoyo de otras dos asociaciones: Ribera, de Murcia, y Nerpio, de Albacete. “Pensé que podríamos invitar también a chicos de otro país, y contacté con Sergio, un primo mío sacerdote que es capellán de la residencia universitaria Leidenhoven en Amsterdam. La idea le entusiasmó y finalmente diez universitarios holandeses decidieron participar en el plan”. Junto a nueve chicos valencianos, dos murcianos y un albaceteño de edades comprendidas entre los trece y los quince años, se reunieron delante de la imagen de la Virgen de Lourdes en la gruta de las apariciones a finales de julio para pedirle su protección y comenzar la aventura.

La convivencia entre dos grupos en apariencia tan distintos fue todo un éxito: “Hicimos muchos amigos -cuenta Antonio, valenciano de catorce años-. Los holandeses eran unos “armarios”, muy altos, y gente muy simpática, el trato con ellos ha estado genial”. Respecto al esfuerzo Antonio es rotundo: “ha sido bastante duro, pero ha compensado, merece la pena. Me impactó que tuviéramos misa todos los días, porque iba con nosotros un sacerdote, algún día incluso en medio de la montaña. Y nos reímos mucho una vez que nos pusimos a descansar en una zona de césped muy buena… que resultó ser el jardín de una casa particular. Como el dueño vio nuestras caras de cansancio y le gustó que estuviéramos haciendo un sendero mariano, nos dejó estar, nos trajo agua fresca… Le estamos muy agradecidos”.

Los apoyos tácticos han sido fundamentales para el buen desarrollo de la actividad: “mi hermano Carlos con sus dos hijos pequeños y Miguel Ángel, un amigo mío de Murcia, se han encargado de la intendencia con una furgoneta de apoyo”, aclara Javier, que también explica cómo durmieron tres días al raso, cuatro en camping y uno en tienda de campaña.