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La música francesa para órgano, compuesta exclusivamente a lo largo del siglo XX, centró el recital ofrecido en la noche del viernes por el organista alemán Ansgar Wallenhorst, dentro del VIII Ciclo Internacional de Órgano Música Sacra que se celebra en el santuario de Torreciudad.

El joven artista alemán, que hoy celebra su 35 cumpleaños, interpretó obras de Tournemire, Alain y Vierne, junto a dos improvisaciones, sobre Tan buen ganadico, de Juan de la Encina (siglo XV) y otra en homenaje al francés Maurice Duruflé, “por su armonia modal y riqueza gregoriana”, dijo el organista . Unas trescientas personas asistieron al acto, que forma parte de los Festivales de la Ribagorza.

Poseedor de premios internacionales en improvisación, el organista de Ratingen y profesor en la Escuela Superior de Dortmund, destacó “la fuerza y contraste del paisaje altoaragonés, los tonos distintos de verdes, el cielo oscuro, los Pirineos. Me he encontrado un marco espléndido, muy interesante, con un profundo ambiente de silencio y de oración”.

Wallenhorst dijo que “este santuario es un lugar de paz, de alabanza a Dios, de encuentro, es una experiencia grande haber tocado este gran órgano, riquísimo en colores y sonidos, y agradezco a Dios este espléndido y agradable lugar, con mis mejores deseos por su compromiso con el arte”.

La organista Soledad Mendive destacó “la gran juventud de este discípulo de Guillou y Kauzinger, que une y es compatible con una gran calidad interpretativa”. “Se aprecia su debilidad por la música francesa del XX para órgano, que es muy bella y tiene acordes muy disonantes”, dijo también. “Esta disonancia, modernidad y gran fuerza hacen su música muy apropiada con la arquitectura moderna del santuario, con el diseño del ladrillo”.

El rector del santuario, Javier de Mora-Figueroa, mostró su satisfacción por la “extraordinaria” improvisación sobre “Tan buen ganadico”, canción que gustaba mucho al beato Josemaría, por su cariño a la figura del buen pastor y por los recuerdos que le traía de su niñez altoaragonesa, que ahora recordamos en su Centenario”.

Entre las valoraciones de los asistentes, Pablo Fernández, veraneante en el Altoaragón, destacó “la sonoridad, parecía que se le quedaba pequeño el órgano, le ha sacado mucho partido, y ha obtenido grandes sonidos, se nota que es alumno de Jean Guillou”.

El homenaje de Wallenhorst a Duruflé atrajo a varios visitantes franceses. France Granier, de Marsella, destacó “la maestría, ha aprovechado todas las posibilidades del órgano”. Mireille Bichoud, también de Marsella, habló de “música moderna del siglo XX en un santuario moderno, ofrecida por un joven que ya es maestro, que ha sacado una sonoridad extraordinaria en el órgano”.

Anne Crosson, de Rouen, destaca “una gran capacidad para tocar un programa con autores franceses, muy adecuados para este órgano; me voy muy sorprendida por la sonoridad obtenida, jamás oída por mí, y en un marco de una belleza asombrosa”.

El viernes 30, la clausura del Ciclo tendrá a una figura de lujo, como es John Scott, que desde 1990 es organista y Director de Música de la Catedral de St Paul, Londres. Bajo la dirección de este especialista en Bach, el Coro de St Paul ha alcanzado renombre internacional.