Unos quinientos vecinos de Aspe y Hondón de las Nieves (Alicante) participaron este fin de semana en una peregrinación jubilar que llevó una réplica de Nuestra Señora de las Nieves a tierras aragonesas, con la jornada principal vivida en el santuario de Torreciudad, donde quedó depositada la talla, de un metro de altura, obra de Valentín García Quintos y vestida por el modisto Antonio Juan Bejerano.
Junto a Torreciudad, la capital aragonesa, Daroca, conocida como la ciudad de los Corporales, y Calamocha, también en la provincia de Teruel, fueron las etapas de la expedición alicantina, organizada por el Patronato de la Virgen, la parroquia de Nuestra Señora del Socorro, las Siervas de la Virgen y un comité organizador que tuvo una felicitación unánime por la respuesta popular y la organización. Un lluvioso y desapacible sábado recibió a los peregrinos en el santuario de Torreciudad, que celebra este año sus bodas de plata y que se volcó en atenciones con los vecinos de Aspe y Hondón. No lejos, en las cumbres del Pirineo la nieve caída horas antes daba también a su modo la bienvenida a una peregrinación con la advocación de las Nieves, y que «confirmaba los vínculos ancestrales con los aragoneses», según el alcalde, Miguel Iborra.
La lluvia impidió desarrollar la procesión de entrada a lo largo de la explanada del centro mariano, pero la Virgen fue recibida con toda solemnidad y entre el volteo de campanas en el interior del templo, entronizada en lugar principal y enmarcada en el retablo de alabastro de Torreciudad. Junto al alcalde intervinieron el párroco Don Fernando Navarro y el rector del santuario, D. Javier de Mora-Figueroa, dentro de los saludos iniciales. Hubo tiempo también para visitar el recinto y vivir los medios previstos por la Iglesia para ganar la indulgencia plenaria del Jubileo, tal como encareció y animó el párroco, que recordó los deseos del beato Josemaría Escrivá, en el sentido de que el santuario fuera un lugar de conversión y paz a través del recurso al sacramento de la penitencia. Miguel Iborra dijo que en esta traída «hay compromiso cívico, está el nexo mariano en medio de nuestras diferencias, con la aportación de nuestra diversidad, con la devoción que nos ayuda para hacer bien lo cotidiano, para que lo pequeño tenga fuerza transformadora».
Con un ¡viva la Virgen de las Nieves!, el alcalde dejó la palabra a Don Fernando Navarro, quien señaló que «dejamos nuestro legado más preciado, nuestro mejor tesoro y herencia». Por su parte, el rector de Torreciudad aludió a los lazos que desde el siglo XIV une las tierras aragonesas con las alicantinas. «La Virgen de las Nieves «dijo- viene a conocer las raíces y Torreciudad quiere ser el estuche para guardar la joya que es la Virgen en cada una de sus advocaciones». La misa concelebrada en el altar mayor del santuario fue una ceremonia muy solemne, en la que Juan Prieto cantó «La Plegaria de Alvarez», conocida como «Los tres amores». Hubo también ofrendas de frutos, dulces, calzado deportivo y una recopilación de documentos, tradiciones, concordatos y coronas de los siglos XVIII y XIX, recopilados, reproducidos y reunidos en un volumen por Juan Pedro Asencio y que entregó el alcalde. En la misa hubo un recuerdo especial para el obispo de la diócesis y por todos los vecinos y el párroco concluyó su homilía con la petición «a la serranica de que acepte la corona que te damos, que nos hace hermanos y nos impulsa a la evangelización». Después del canto del Himno de la Coronación la talla fue trasladada a la Galería de advocaciones marianas, donde podrán verla y rezar todos los alicantinos y los miles de visitantes que llegan cada año a Torreciudad.