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Durante los meses de verano, algunos seminaristas ayudan en el santuario y prestan un valioso servicio en el culto y en la atención de los peregrinos, precisamente en la época del año en la que hay una mayor afluencia de visitantes. En esta ocasión, hemos contado con la colaboración de cuatro estudiantes de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra que residen en el Seminario Internacional Bidasoa de Pamplona y que no habían estado en Torreciudad: John Mark y John Laurens, de Filipinas, José Francisco, de México, y Vedastus, originario de Tanzania. Para ellos, además, constituye una enriquecedora experiencia pastoral con variados aprendizajes y un alegre crecimiento de su piedad mariana.

José Francisco, conocido por todos como «Chepe», resume su experiencia como «un privilegio haber colaborado en un santuario mariano, porque he crecido mucho en mi cariño a la Virgen María». Él ha dedicado bastante tiempo a atender grupos de visitantes, y su mayor alegría ha sido «cuando venían simplemente por el interés arquitectónico o la curiosidad de lo que veían desde la carretera, y al final han agradecido a Dios la oportunidad de sentirse mirados por la Virgen, así se expresaban. Incluso alguno me decía discretamente que se separaba del grupo y no seguía la visita guiada… porque quería irse a confesar después de mucho tiempo de vivir apartado de Dios».

Para Vedastus este ha sido su primer año en España y su primera experiencia pastoral. Habla sukuma, swahili, inglés, y poco a poco se va haciendo con el español. Se ha dedicado especialmente a atender a los visitantes de otros países y valora mucho todo lo que ha aprendido en cuanto al aprovechamiento del tiempo y la organización de tareas a lo largo del día: «para mi futuro servicio sacerdotal, estoy convencido de que esta experiencia me va a ser muy, muy útil. Doy muchas gracias a Dios y a la Virgen por esta oportunidad que me han dado, he estado siempre muy arropado por todos y feliz de servir así a la Iglesia».

«Lo que más me ha gustado ha sido el cuidado que se tiene en el santuario con la liturgia», comenta John Mark. «La atención que se tiene en los detalles de todas las cosas que rodean al Señor y a la Virgen ha sido una enseñanza constante para mí, una formación muy práctica. Además, te das cuenta de que eso ayuda mucho a los fieles, porque conduce a Dios». Por otro lado, desde pequeño a él le ha gustado la música y está aprendiendo a tocar el órgano para acompañar las celebraciones litúrgicas: «aquí he podido avanzar en este aprendizaje porque antes solo tocaba de oído y ahora he empezado a utilizar las partituras».

El otro seminarista filipino, John Laurens, pone el acento en la nueva evangelización: «un santuario mariano es un lugar en el que se vive una pastoral única, porque aquí la Madre de Dios toca los corazones, lo he visto». Su labor preferida ha sido acompañar a los visitantes en diversos recorridos guiados por Torreciudad: «el trato personal con la gente es maravilloso, aprendes de todo el mundo y notas que eres instrumento para acercar las almas a Dios. Eso y el amor a la Virgen que he visto aquí, son las dos cosas que más huella me han dejado».