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Mons. Justo Mullor, Director de la Pontificia Academia Eclesiástica, donde “se preparan sacerdotes para servir en el ministerio petrino”, rezó este fin de semana ante la Virgen de Torreciudad, “de modo especial por la unidad de la Iglesia y la paz del mundo”.

Nuncio desde hace 25 años, con cuarenta años de servicio a la Santa Sede, Mons. Mullor quiso vivir “lo que nos pide el Papa en su Carta apostólica sobre el Santo Rosario, para pedir a María por la paz”.

Después de dos años al frente de la Academia Eclesiástica, este andaluz nacido en 1932, explica que se trata de “formar a sacerdotes para que colaboren en el ministerio petrino, tanto en la curia romana como en las nunciaturas. Se pretende que el Papa cuente con un equipo de hombres bien preparados, en un lugar de encuentro de los cinco continentes, donde trabajemos con el ánimo de ayudar al Papa”.

El diplomático vaticano explicó que la Academia cuenta con treinta alumnos que permanecen durante tres años. Para mons. Mullor, el perfil del hombre de gobierno en la Iglesia debe aunar “las virtudes humanas”, “ser un gran sacerdote las 24 horas del día”, “buen diplomático”, y “sensible a la llamada universal a la santidad”.

Se refirió también a las “tres grandes canonizaciones de 2002 que ha hecho Juan Pablo II ”: “las veo como un tríptico. Juan Diego, en el centro, representa la dignificación de los creyentes autóctonos del mundo, unos cincuenta millones; el Padre Pío dignifica la piedad popular, y con San Josemaría anima a seguir los caminos divinos que el abrió, a no caer en la trampa de la secularización. En un mundo secular, complejo, que se globaliza en cosas buenas y menos buenas, San Josemaría ha querido que se globalice la santidad, la santificación del trabajo, de la familia, de las cosas ordinarias”.