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La Fundación Ligüerre de Cinca presentó hoy la Ruta de las atalayas medievales del Cinca, “con el fin de difundir el patrimonio cultural y contribuir a la recuperación de unos enclaves con mil años de historia”, afirmó Germán Sanromán, presidente de la Fundación que promueve este nuevo circuito.

La presentación tuvo lugar en la novena edición del Salón Internacional de Turismo de los Pirineos, que se clausura mañana en Barbastro, y supone la promoción de un itinerario que enlaza “enclaves de importancia estratégica en el siglo XI, durante la reconquista”. Las atalayas se suceden en las orillas del río Cinca, junto al embalse de El Grado, entre Barbastro y Aínsa.

Los lugares que figuran en el programa son el castillo e iglesia de los santos Emeterio y Celedonio, en Samitier, el torreón fortaleza de Ligüerre de Cinca, la torre y restos de la muralla del castillo de Abizanda, la torre defensiva de Escanilla y la ermita y torre defensiva de Torreciudad.

Manuel López, experto en Historia Medieval, explicó las características de cada lugar, que “surgen a partir del s. X, gracias a la labor de artistas lombardos, continuada por otros locales, y suelen integrar una ermita y la torre”. López mostró su satisfacción por “la rehabilitación que se hecho durante los últimos años” y por “la disponibilidad cultural que se ha logrado”.

Estos enclaves formaban una línea defensiva con fortificaciones y atalayas comunicadas visualmente, y que hacían frontera con plazas musulmanas. Germán Sarromán explicó que “el programa para los visitantes incluye la visita guiada con un guía especializado, con salida y llegada en Ligüerre”.