En el santuario estaban representados los cinco continentes. De Nueva Zelanda ha venido Arthur, de 17 años: “no me acabo de creer que estoy en las antípodas de mi nación, pero estoy como en casa, este ambiente es formidable”. Fernando es de Córdoba (Argentina), y tiene 16 años. Espera de la JMJ poder “ver al Papa cerca, apoyarle, reforzar mi fe, y compartir cultura con toda la gente del mundo. Y muy lindo este paisaje, ¿eh?”. Catherine es una canadiense de 18 años que quiere cambiar el mundo: “el materialismo acaba aburriendo, uno se vuelve egoísta. Ser cristiano es abrirse a los demás, eso arrastra”. De Taiwan procede Lu-Soo-Fen, (23 años): “en mi país somos muy pocos católicos, y aquí estoy viendo que la Iglesia es universal, que no tiene fronteras”. Zafira (22 años) es del Congo, y cuenta que ha estado ahorrando y trabajando durante un año entero para poder venir a España. Del grupo de Polonia dio su testimonio Lech (19 años): “Juan Pablo II, el papa polaco, empezó estas jornadas, y gracias a él podemos disfrutar de estos momentos”.
Los jóvenes han empezado a llegar a partir de las 10’00 h. de la mañana. Organizados por un grupo de voluntarios, han realizado una visita guiada por el santuario y han tenido la oportunidad de confesarse en castellano, francés, inglés, italiano, ruso, polaco, alemán y holandés. A las 12’00 h. del mediodía ha comenzado en el interior del templo la concelebración eucarística, presidida por el obispo de Barbastro-Monzón, con lecturas y peticiones leídas en francés, inglés y castellano, y algunas partes de la misa en latín, como el Credo, el Padrenuestro y el canto final del Salve Regina.
En su homilía, Mons. Milián compartió su alegría de ver tanta gente joven ”alrededor de la Virgen María, en un hermoso santuario dedicado a Nuestra Señora de Torreciudad, advocación con tanto significado en la vida de san Josemaría Escrivá”. El obispo de Barbastro-Monzón animó a los jóvenes a mantener un trato frecuente con Dios: “orar es la respiración de la fe, la relación con Cristo es esencial para poder vivir con coherencia cristiana”. También les transmitió la necesidad de “acercarnos a los que están lejos, a los que no creen, a los que nos critican, a los que están distantes de la Iglesia, a los que no entienden el Evangelio…, igual que hizo Jesucristo”.
Al terminar la eucaristía los jóvenes salieron a la explanada y aprovecharon para hacerse fotografías de grupo y entonar diversos cantos haciéndose eco entre los distintos países. La diversidad cultural y racial quedaba reflejada en las banderas desplegadas: Brasil, Trinidad y Tobago, Australia, Francia, Uruguay, Polonia, Taiwan, Venezuela… Los peregrinos de Singapur pidieron a Mons. Milián una bendición especial de viaje después de haber dejado en el santuario una imagen de Mother of Fair Love (Madre del Amor Hermoso). Desde América del Sur llegó también una reproducción de Nuestra Señora de la Asunción traída por un grupo de chicas de Paraguay.
Miguel Ángel Chicharro, párroco de Boltaña y Delegado de Pastoral Juvenil de la diócesis, ha destacado el vigor que esta juventud aporta a la Ig