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Madre amantísima: te pido perdón por pedirte el milagro. Me miraste a los ojos, y me pediste que te hablara, y sólo esas palabras salieron de mi alma. Luego lloré, lloré, lloré por ser injusto contigo y con mis hermanos. Perdóname, no soy digno de tu eterna compasión. Lucharé por serlo. Te quiero, Madre, te quiero.