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Madre del Amor Hermoso: en la Capilla del «Santísimo Dorado», el primer día de verano, sabes que el Padre me retuvo, dentro de su mar, más de cinco minutos; sabes que tuve «miedo» de su gran Paz y Amor… Sabes que me entregó su luz, «la luz hermosa», sin nada pedirle yo: sólo perdón. Ahora tú, «perfume de amor eterno», el primer día de primavera, me has llamado, de nuevo…, a tus ojos de cielo, a tus manos de aire y
a tus pies de tierra. ¿Qué quieres, Madre Miriam, ahora de mí…? ¿Otra Cruz? Sea lo que sea, me tenéis -los dos- a vuestra entera disposición. Os amo tanto… y os pido, nuevamente, PERDÓN. Vuestro hijo pecador.