Hola, Don Javier.
¡qué extraño inicio,no? Saludar a alguien que se fue. Y ¡cómo empezar, si no es así? No me gusta decir adiós. Mejor te saludo, porque aunque no pueda alcanzarte, seguro que tu si me oyes desde tu lugar, allí en el cielo.
Guardará para siempre mi memoria aquella voz de soldado marinero, aquella voz en la que aprendí a confiar aquel primer día, cuando con la inseguridad de quien no está acostumbrado a los críos, me alzaste para que mis manitas pudieran tocar cada parte del retablo que tu tanto amabas. Aquel vozarrón que desgranaba para mi historias dulces. Aquel hombretón, ¡tan grandote me parecías! Que fue viéndome crecer a lo lejos, que cada año me decía, cuando nos encontrábamos, lo grande que estaba, y se reía porque ya alcanzaba sola el retablo, ¡ya no tengo que alzarte! Me decías.
Ese, que en el retiro que hice con el colegio, no paraba de mencionarme encendiéndome la cara de vergüenza. Ese, que al dar la bendición en el autobús, se acercó a mi asiento y me entregó, como a escondidas, un paquetito.
Hemos compartido pocos momentos, Don Javier. Pero guardo cada uno como un tesoro ahora que ya no habrá mas. Cada llamada telefónica, cada vez que comimos juntos, cada vez que paseabas llevándome de la mano por los rincones de tu querida Torreciudad. Me enseñabas orgulloso cada mínimo detalle, cada rincón escondido. Me dabas para que acunara como a un bebé al Niño Jesús al que tanto apego tenías. Y visitábamos cada vez a la Virgen, mi Virgen morena, me decías. Anda, dale un beso, a ver si vuelve a sonreírte.
Fuiste haciéndote chiquito estos últimos años. Fue volviéndose callado ese marinero orgulloso. Y al final, ya cansado, te escondías de mi. Ahora ya terminó, ya no tendrás que viajar a Pamplona de nuevo, ya no tendrás que sufrir más, querido amigo. Alcanzaste tu lugar, y Dios estará orgulloso de tenerte a su lado.
Aquí, en la tierra, muchos te recordamos. Nos haces falta, Don Javier. Hay pocos como tu.
Descansa en paz, amigo, compañero. Cuídanos desde donde estés. Para mi Torreciudad siempre tendrá grabado a fuego tu nombre