Por mi mujer y mis hijos, mis padres y hermanos, por el Opus Dei, el Padre, mi apostolado… Por Santiago, Eduardo, Juan, Luis, Andrés, por todo lo que siempre te tuve que pedir y nunca te pedí. Por todo lo que tuve que hacer y no hice. Por el perdón que una vez y mil tengo que pedir por mi torpeza, y también por mi alma, que tanta falta tiene de perdón. Gracias, Madre.