Queridísima Madre:
Vengo a sentarme en tus faldas como tantas veces he hecho cuando he ido a verte al Santuario…ahora no tengo esta posibilidad pero lo hago desde casa porque necesito de Tí, te necesito tanto!!
Son tiempos duros los que vivo, en los que nadie entiende el por qué de mi decisión, dónde he perdido mi trabajo por ser católica, momentos en los cuales no sé hacia dónde debo tirar pues está siendo todo tan duro….Cuando creía que estaba segura de ello, han llegado las dudas intempestivas, el ver sufrir a los de mi alrededor, el no saber realmente si estoy siendo egoista al pensar sólo en mí….
Madre, me quedan pocos días y más que nunca necesito saber hacia dónde debo encaminarme pues podría «tirar por la borda» sin querer, toda mi vida y luego, luego sería muy duro volver a empezar. Necesito una señal clara y a tiempo, como la que le concediste a San JoseMaría con aquella rosa de madera que no quemó….
Estoy rota, Madre, muy rota y ya no me quedan ni fuerzas ni ganas para seguir luchando, ya no sé si es realmente lo que Dios quiere de mí o por el contrario, es sólo una ilusión mía.
Gracias por enjugar mis lágrimas, por consolarme en estos momentos, gracias por quererme como me quieres, gracias por ser siempre Madre mía. Te quiero con locura.
Si esto se soluciona a tiempo, prometo sea como sea, subir a verte y darte el gran abrazo que tanto deseo.