Madre querida, confieso que a veces siento rabia interior porque no sé si hago las cosas bien, pues nadie me dice o me aconseja, incluso mi esposo me dice «es tu decisión» o «haz lo que tú quieras», pero a veces necesito escuchar su consejo. Por eso en ti me amparo, creo que soy feliz pero siento la soledad en ocasiones. Ahora, en esta cuaresma, quiero pensar y meditar qué soy y qué es lo que Dios quiere de mí, y escuchar en el silencio su consejo, lo necesito. Cuida de mi familia, especialmente de mis hijos. No dejes que se aparten de la fe. Gracias, Madre, por estar siempre a mi lado.