Skip to content Skip to footer

Querida Virgen: me gustaría decirte esto de rodillas a tus pies; pero los diez mil kilómetros que nos separan hacen que mi deseo y ganas de saludarte tengan que esperar… Quiero agradecerte lo agarrada que me estás teniendo a tu mano. ¡No me sueltes, por favor! Quiero que me sigas dando la fuerza que me estás dando hasta ahora para vencer las dificultades que me estoy encontrando en esta aventura que me he lanzado a vivir (siempre de tu mano, no permitas que lo olvide). Quiero pedirte que me vuelvas a acercar a tu Hijo, que podamos volver a tener esas conversaciones de amigos que manteníamos antes y que tanto me gustaban. ¡Necesito vuestra ayuda! También te quiero pedir para que me pongas a alguien cerca con quien poder compartir… Te pido por el trabajo. Sé que, como siempre, me tienes guardado algo muy especial, pero por favor, enséñamelo pronto. Sé que no me vas a defraudar. Confío en ti. Un beso de esta hija tuya que te necesita más que nunca.