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Madre querida, sé que no te cansas de que te pida. Ahora lo hago por los periodistas del mundo, especialmente por los de mi país. Ilumínalos, acógelos en tus brazos y guíalos para que no se dejen influenciar por el maligno, permite que el Custodio y el Espíritu Santo sean sus guías. Ellos son los encargados de difundir lo bueno o lo malo, permite que traten de difundir más amor que odio. Con mucha humildad te pido que, así como eres Madre de los sacerdotes y de tantos, sé Madre de los periodistas. Una madre nunca guía por malos caminos a un hijo. Confío, Madre querida, que intercedas ante tu Hijo Jesús por ellos. Que cada uno lleve en su corazón un amor grande a Cristo en la Cruz, el Perseguido más grande en el mundo. De hoy en adelante te ofrezco lo más grande que te puedo ofrecer por ellos: la sagrada Eucaristía diaria.