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Madre mía, en este tiempo de Adviento te pido nuevamente en forma especial porque en Chile los S. Diocesanos sean dirigidos para una vida más de oración, que tanta tarea del mundo. Solo un sacerdote de oración no es tentado por el Maligno.
Tu lo sabes Madre, que mi vida se la ofrecí al PADRE por ellos, especialmente por la santidad de aquellos sacerdotes orantes por el bien de la Iglesia y de mi país, para que estos no sigan siento atacados.