Si algo me ha dado el santuario de Torreciudad es mucha paz. Desde hace tiempo llevaba pensando, rezando, buscando, lo que el Señor quería de mí, y tras un periodo en el que creí darme cuenta de lo que era, sin embargo me enfrié. Al pasar unos días de convivencia allí, visitando al «Cristo vivo que habla» a diario, y a la hermosa Virgen de la ermita, he descubierto el camino que el Señor quiere para mí, y ahora no tengo más que tirarme del Trampolín.
Es cierto que en ese sencillo santuario se derrama Gracia a raudales. Yo lo he experimentado y estoy tan agradecida… En cuanto culmine el inicio de la misión que me ha sido encomendada me encantaría hacer una romería para agradecer a la Virgen su ayuda.
Madre mía, ¡cuanto te quiero!¡Cuenta conmigo!¡Cuento contigo!
¡Ayúdame a ser fiel a tu Hijo!