Skip to content Skip to footer

¡Madre mía de Torreciudad!
Tú sabes de los días tan bellos que pasé a tu lado, donde me enseñaste a rezar mejor el Rosario, tal como el Papa nos dijo a los jóvenes en Cuatro Vientos. Sabes que te he pedido mucho por mi familia y por mis amigos, y
aunque al final no te pude firmar el libro de visitas en la ermita, sabes que confío en tí y en tu Hijo, y en los favores que me concederás, no porque me lo merezca, sino porque me quieres mucho. ¡Te quiero Madre mía! ¡Concédeme volver otra vez y muchas más a tu santuario de Torreciudad!