Virgencita, te echo de menos en mi vida. Perdóname por mi escasez de oración, sé que no es lo correcto, pero aunque no te merezco, Madre, te necesito y sabes que te amo. No me dejes sola. Ahora Madre te estoy necesitando muchísimo en mi vida, para que me ilumines y ayudes en los estudios. Te necesito en mi vida personal y profesional, ayúdame junto a Jesús a ser una buena maestra como lo fue Él. Ilumíname con luz celestial para que vea todo más claro. Por favor, Virgencita, que las palabras vengan a mi mente y las sepa combinar correctamente. Madre, una cosa más necesito de ti: cuando leo las oraciones que otra gente te dirige, me doy cuenta de lo necesitados que estamos todos tus hijos de ti, y se me encoge el corazón cuando imagino a esos hermanos tan desesperados, con la única esperanza de que les proporciones tu divina ayuda. Madre, tiéndeles la mano, ayúdales a levantarse, pídele a Dios que tenga misericordia de nosotros y que, junto a ti, escuche nuestras oraciones. Gracias, Madre, por todo lo que nos das y por el amor que en ti encontramos.