Ir todos los años a Torreciudad en septiembre para participar en la Jornada Mariana de la Familia es como llegar a casa. Año tras año, volvemos toda la familia desde hace varios lustros. Se ha convertido en una tradición familiar del inicio de curso. La empezamos a vivir cuando nuestros hijos eran pequeños, todavía sin los que llegaron después, y si Dios quiere, el próximo año lo haremos con Lidia, nuestra primera nieta, que está por nacer.
Es volver a casa porque llegamos con la urgente necesidad de acercarnos a la Madre, que espera ansiosa la llegada de sus hijos. Dejando volar la imaginación, resulta fácil imaginarla, asomada a esa ventana abierta de par en par, oteando el horizonte para disfrutar de nuestra presencia, ya desde lejos, al ver que nos acercamos a Ella.
Sin embargo, los beneficiados somos nosotros al ponernos a sus pies, por lo necesitados que estamos de su protección. O por poder ir a darle las gracias por tantas caricias y mimos como nos prodiga. O por poder pedirle tantas cosas de las que carecemos o por tantas personas que nos ocupan el corazón, la cabeza y las oraciones.
La Jornada Mariana de la Familia es volver a casa en un día de fiesta. Ahí nos juntamos todos para celebrar la alegría que tenemos al sabernos y sentirnos queridos por la misma Madre. La misma alegría que tendrá Ella y que podemos comprobar. Porque, como decía don Javier Mora, rector de Torreciudad que tenemos en el Cielo, si acercamos nuestros oídos a los muros del santuario, oiremos el alegre latido del corazón de la Virgen.
En sus manos venimos a poner todos los proyectos del nuevo curso que empezamos y a ofrecerle todos los frutos que, con su ayuda, seguro que serán buenos y abundantes.
Por eso, año tras año, venimos a Torreciudad, porque es volver a casa.
Covadonga Cañal
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LUIS MARIA SAN MARTIN
Totalmente de acuerdo. La JMF es la mejor manera de comenzar el curso.
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