Alcalá de Henares, Madrid

El 9 de octubre de 2018 la Cofradía del Santísimo Cristo de la Agonía, María Santísima de los Dolores y San Juan hizo entrega de esta imagen de la Virgen, patrona de la ciudad, Alcaldesa Perpetua y Doctora de su Universidad.
INFORMACIÓN SOBRE ESTA ADVOCACIÓN
Corría el año 1184, cuando un labrador alcalaíno, que se hallaba trabajando las tierras de su señor, cayó por accidente al río Henares. Como apenas sabía nadar y la corriente era fuerte, sintió que sus fuerzas se agotaban y que moría ahogado. Con su último aliento pidió ayuda al cielo y en ese momento vio, como entre sueños, que la Virgen con el Niño tiraba de él y lo llevaba a la orilla. Una vez recuperado y a salvo en tierra, comprobó con asombro que la aparición ya no estaba y que se encontraba completamente solo. No pudiendo explicarse el suceso decidió guardarlo en secreto. No obstante, siempre que por aquel lugar pasaba no dejaba de recordarlo y dar gracias a la Virgen que tan gran favor le había hecho.
Tiempo después, se encontraba arando aquellas mismas tierras cuando la yunta que él manejaba quedó enganchada y no daba con las fuerzas suficientes para mover el arado. Por todo ello, tuvo que dejar su labor y acercarse a por un azadón con el fin de descubrir que era aquello con lo que había tropezado y que no le dejaba continuar. Comenzó, pues, a cavar y según iba apartando la tierra fue sacando a la superficie la imagen en alabastro blanco de una Virgen con un niño en brazos, la misma que le había salvado. Como las tierras no eran suyas, tomó el labrador la imagen y la llevó a casa de su amo, el cual la colocó en su habitación para que protegiera a su familia. A la mañana siguiente, al levantarse, descubrieron que la imagen había desaparecido. Pensando que el criado se la había llevado, el señor se acercó a la casa de éste a pedirle cuentas. El labrador, que nada sabía, negó haberla cogido. Fueron ambos, por ello, al lugar donde había aparecido y, para su asombro, encontraron ésta en el tronco de un árbol. Después de este suceso, entendieron que la Virgen no quería abandonar aquel valle y decidieron construir una ermita allí mismo. Dicha ermita, que se realizó con la colaboración de todos los vecinos, se llamaría de la Virgen del Valle y, posteriormente, de la Virgen del Val.