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Tauste, Zaragoza, Aragón

 

El 1 de junio de 2019, más de trescientos peregrinos de la parroquia de Santa María de Tauste, con motivo del 450 aniversario de su aparición y el 50 aniversario de su coronación canónica, vinieron en peregrinación encabezada por su párroco, José Ignacio Longás, y el sacerdote José Antonio Pueyo. La talla fue una donación de los enfermos de cáncer de Tauste.

 

INFORMACIÓN SOBRE ESTA ADVOCACIÓN

Los orígenes de la devoción a la Virgen María en Tauste se remontan, como mínimo, a la época de la conquista por Alfonso I el Batallador en el año 1121. El hecho más trascendental acaecido en Tauste sobre la devoción a la Virgen lo describe el P. Fr. Basilio Iturri del Roncal en su libro “Historia de Nuestra Señora de Sancho Abarca, Abogada de los reinos de Aragón y Navarra” (año 1729). Según cuenta el Padre Iturri, el día 7 de abril de 1569 (Jueves Santo), un pastor roncalés apellidado Ibar halló una talla en madera de la Virgen entre las ruinas del castillo de Sancho Abarca, situado sobre el denominado “Cabezo del Fraile”, en el término navarro de Fustiñana, en los montes de la Bardena. Era el día 7 de abril de 1569. Asegura también que cuando la imagen se trajo a Tauste en procesión ninguna de las 600 velas que llevaban las personas que acompañaban la figura se apagó pese al viento.

Dicho pastor se encontró en aquellas inmediaciones con un cazador taustano, a quien comunicó tan singular hallazgo. Éste vino a Tauste para dar la noticia, entrando en la Iglesia de Santa María en el momento en que el predicador concluía el sermón de la Pasión. Se organizó una procesión para ir a recoger la imagen y de esa forma la trajeron a Tauste. Los de Fustiñana reclamaron la talla, alegando que se había encontrado en su propio término, pero, finalmente, el arzobispo de Zaragoza, D. Fernando de Aragón, sentenció a favor de Tauste. Se trata de una talla gótica del siglo XIV, labrada en madera policromada de excepcional calidad y de solo 27 centímetros que seguramente provenía de Sarranza (Sur de Francia). Posiblemente, en el contexto de las revueltas de los hugonotes, alguien había huido hacia el Sur portando esta talla y la había perdido o abandonado en ese lugar. Fue colocada en la Capilla de la Virgen del Rosario, donde estuvo hasta su traslado a su nueva capilla (ésta ya sí, llamada de Sancho Abarca), de estilo barroco, donde se venera desde entonces.