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Lleida/Lérida, Cataluña

 

La Congregación de Nuestra Señora de los Dolores de Lérida trajo esta imagen el 22 de septiembre de 1985.

INFORMACIÓN SOBRE ESTA ADVOCACIÓN

Todo el Oratorio se estructuró de manera que la atención de los devotos se centrara en la imagen de la Virgen de los Dolores que es el motivo y la razón de ser del templo. Preocupación de los constructores y de los cofrades fue la omnipresencia de la figura de María, por la cual cosa se situó en el centre del primitivo retablo. Al construirse el nuevo, a mediados del siglo XIX, se pensó añadir una pieza accesoria independiente, aunque subordinada, al altar que fuera exclusiva de la Virgen y que fue lo que conocemos como «Camaril» en dónde quedó, definitivamente, instalada la imagen de la Virgen de los Dolores.

La primitiva, del siglo XVIII, fue tallada en madera por el escultor de Barcelona, Juan Sáez y dicen que se realizó con una expresión en el rostro que mostraba la pena más vehemente. Esta imagen antigua se perdió en el incendio del Oratorio. Sólo se pudo salvar la Corona, el Corazón traspasado de espadas y la mayoría de los bordados del manto gracias a la abnegación y valentía de varias familias cofrades.

En 1943, una reproducción exacta, obra del también escultor barcelonés Josep Companyà, fue solemnemente entronizada, en el camaril también restaurado. Vestida con sus ropajes y joyas antiguas continua recibiendo, desde entonces, el afecto y la contemplación de todos los que visitan el Oratorio, que en días excepcionales o a petición particular pueden acceder a la su camaril para llevarle, personalmente, sus oraciones.

Esta imagen desde 1953 no sale nunca de su camaril. En 1954 un congregante donó una imagen, obra del escultor leridano, Josep Canut, para que saliera en procesión y así no dañar la imagen original. Esta dolorosa de procesión, aun siendo diferente, en su técnica escultórica, tiene un gesto parecido a la imagen del camaril. Aunque no tiene el mismo valor escultórico. Desde sus inicios, la Congregación siempre tuvo la tradición de tener la imagen dolorosa del camaril ( sólo salía en procesiones de rogativas, muy puntualmente) y la imagen de procesión, que hasta el incendio del oratorio de 1936, eran muy distintas. La del camaril elevaba su mirada, reproduciendo la escena de Maria al pie de la Cruz, y la imagen de procesión fijaba su mirada en una corona de espinas, y a los que la acompañaban la noche del domingo de Ramos. Aunque en 1954 no se devolvió con exactitud a la tradición de imagen claramente diferenciada, si se mantiene esta única y antigua tradición.