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Vitoria, Álava, País Vasco

 

En una peregrinación presidida por el Prior del santuario de Estíbaliz, acompañada por muchos alaveses, llegó a Torreciudad esta imagen de la patrona de Álava y de la diócesis de Vitoria el día 20 de octubre de 2001.

INFORMACIÓN SOBRE ESTA ADVOCACIÓN

El santuario de Estíbaliz, ubicado a escasos diez kilómetros de Vitoria-Gasteiz, representa uno de los lugares más emblemáticos y con más tradición de todo el territorio alavés. A pesar de que la Virgen de Estíbaliz sea oficialmente la patrona de Álava desde 1941, su devoción es rastreable desde la Edad Media. A lo largo de su historia, el enclave ha tenido diferentes usos y funciones: ha sido tenencia con una fortaleza hoy en día desaparecida, fue concebido como monasterio, tuvo un hospital para peregrinos y viajeros del camino de Santiago, fue ermita de gran devoción y, en sus años de decadencia, allá por el siglo XIX, se convirtió en almacén agrario y casa particular de un vecino de la zona. A pesar de todos los avatares del tiempo, el santuario de Estíbaliz sigue siendo lugar de referencia para todos los alaveses y una de las joyas del románico del País Vasco.

Cuenta la tradición que el rey de Pamplona Sancho Garcés III el Mayor concedió un privilegio a los alaveses para que dirimieran sus diferencias y problemas el día 1 de mayo en el santuario de Estíbaliz. Al amanecer, los alaveses que tenían alguna cuenta pendiente se acercaban hasta la iglesia para oír una misa en la que el sacerdote les instaba a que resolvieran sus conflictos de forma pacífica. Si no alcanzaban acuerdo, los contendientes salían al exterior, donde tenía lugar un duelo. El primero en derramar alguna gota de sangre perdía la lucha y el pleito. Esta tradición, heredera de los llamados “Juicios de Dios” u ordalías, no ha podido ser corroborada documentalmente hasta la fecha y se considera una creación literaria, que incluso tuvo su versión teatral. Aún así, goza de gran difusión en la actualidad y todos los alaveses se dirigen hasta el santuario cada 1 de mayo, no ya para desagraviarse, sino más bien para disfrutar de la tradicional fiesta de Estíbaliz.

Se trata de una Virgen con el niño, tipología conocida como «Andramari», cuyo origen se remonta a finales del siglo XII o principios del XIII. Al igual que el edificio, su antigüedad le ha hecho atravesar innumerables avatares. En el siglo XIX terminó parcialmente destruida y en un estado de conservación muy malo, lo que obligó a los vecinos de Villafranca a actuar de urgencia. Con el impulso renovador que llegó a principios del siglo XX, la talla fue intensamente restaurada con un rostro, una mano y un niño nuevos. Actualmente es la patrona de Álava y una de las imágenes religiosas que mayor devoción despierta entre los alaveses.