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Usted quiere convencer a las agencias turísticas y a los operadores de que una ruta mariana es un buen proyecto.
 
Podríamos decirlo así. Pero en realidad no tengo que convencerles mucho. El turismo religioso es una realidad desde hace muchos años.
 
O de siglos. Las peregrinaciones a Tierra Santa, a Santiago de Compostela, al Vaticano…
 
O sin ir tan lejos, al Pilar de Zaragoza, o a Lourdes…
 
O a Torreciudad…
 
Si usted lo dice…
 
Entonces, ¿en qué consiste esa ruta mariana que usted propone?
 
De hecho, ya existía. Es la ruta que pasa del Pilar a Torreciudad y de aquí a Lourdes. Pero en una reciente reunión con el nuevo rector de Lourdes pensamos en formalizarla, aprovechando dos hechos: la celebración de la Expo en Zaragoza y que se celebra el Jubileo en Lourdes, con motivo del 150 aniversario de las apariciones. Pero hay algo más…
 
¿Sí?
 
Que también el santuario de Monserrat se une a la ruta.
 
Pues el señor Belloch se va a poner muy contento…
 
No sólo eso, sino que este proyecto cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Zaragoza. Estamos hablando de ocho millones de peregrinos.
 
¿Cómo se formaliza el proyecto?
 
Se ha formado una asociación de los responsables de los cuatro santuarios marianos, que promociona la ruta con agencias de turismo y ayuntamientos por los lugares que se atraviesan, Barbastro, Aínsa, Graus, Roda, Valle de Ordesa… Se trata de hacer una peregrinación que no solo sea atractiva por los santuarios que las motivan, sino que dé a conocer todas las bellezas de las comarcas que rodean a los santuarios.
 
¿Y cómo van a promocionar esta iniciativa?
 
Por ejemplo, la vamos a presentar en Fitur.
 
Usted fue marino. Sirvió en minadores, dragaminas y corbetas. Pasó por el Juan Sebastián Elcano y la Nautilus, donde llegó a ser segundo comandante…
 
Era la tradición familiar. Mi padre fue almirante y mis antepasados marinos se remontan al siglo XVIII.
 
¿Y qué aprendió de la Marina?
 
A comprender a la gente. Un barco es un mundo cerrado. O comprendes a la gente y la quieres como es, o la vida es imposible. Fue la experiencia de un gran compañerismo. Me enteraba de los problemas de la gente antes que el capellán.
 
¿Por eso decidió ocupar su puesto?

Digamos que se me metió por el medio el de Arriba…
 
¿Y desde entonces?
 
Me dediqué, sobre todo, a la dirección de centros juveniles en Andalucía y Extremadura y a la promoción de colegios de iniciativa social. Después, me ordené sacerdote, precisamente en Torreciudad.
 
¿Y cómo ve a los jóvenes?
 
Tan nobles y generosos como siempre. Lo que ocurre es que están muy acosados por la sociedad, tienen las cosas más difíciles, en un ambiente más peligroso. Pero si se sienten comprendidos y estimulados, con la am