Desde la primera pieza se dejó sentir la musicalidad y el conocimiento de la registración que despliega en sus conciertos esta intérprete, logrando sonoridades muy novedosas para el público, en su mayoría, buenos conocedores de la música de órgano. Muchos de los asistentes comentaron la calidad y originalidad del sonido logrado en la partitura Cloches, en la que Shuster-Fournier combinó los registros de tal manera que asemejaban las campanas, como indica el propio título de la pieza.
Otra de las piezas que no dejó indiferente fue el Carillon de Wetminster, del compositor Vierné, por lo familiar de la melodía y por la riqueza tímbrica que supo ofrecer la intérprete. Las Letanías de J. Alain, una de las obras más emblemáticas de este compositor, fue la última interpretación de la organista americana. En la versión que ofreció supo exprimir buena parte de las posibilidades del órgano de Torreciudad. Era un excelente final para un concierto que transmitió la elegancia propia de la música francesa.
Al terminar la actuación, la organizadora del Ciclo, Maite Aranzabal, organista titular del santuario, hizo balance de la edición de este año, subrayando la buena respuesta del público a una propuesta centrada en esta ocasión en la música contemporánea y en los dúos de instrumento melódico y órgano.