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El santuario mariano de Torreciudad, en Huesca, cumplirá mañana veinticinco años desde su inauguración el 7 de julio de 1975, con una multitudinaria y solemne concelebración eucarística que presidirá el prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría, y en la que cantará la Coral Oscense.

Durante el fin de semana, dos actuaciones del Orfeón Donostiarra, la inauguración de la iluminación exterior del templo y la emisión por Correos de un matasellos conmemorativo, completan los actos previstos estos días en Torreciudad, a los que asistirán peregrinos de toda España, que podrán ganar además la indulgencia plenaria del Jubileo y venerar una réplica de la patrona de Guipúzcoa, la Virgen de Arantzazu. Dentro de este programa conmemorativo, monseñor Echevarría conferirá mañana el diaconado a 21 miembros de la Prelatura procedentes de España, Portugal, Perú, Congo, Francia, Chile, Argentina y Brasil, con una edad media de 35 años.

Construido entre 1970 y 1975, con el impulso espiritual del beato Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, el santuario de Torreciudad se levanta junto a una ermita del siglo XI, donde se venera la talla románica de la Virgen de Torreciudad. En el recinto destacan el retablo de alabastro, de Juan Mayné, y la capilla del Santo Cristo, del italiano Pasquale Sciancalepore. El beato Escrivá esperaba del nuevo santuario « frutos espirituales: gracias que el Señor querrá dar a quienes acudan a venerar a su Madre Bendita en su santuario. Estos son los milagros que deseo: la conversión y la paz para muchas almas ». Con ese fin, dispuso que se hicieran las capillas de confesonarios y que todo se cuidase para que se pudiera rezar con sosiego.

El arquitecto que dirigió la construcción, Heliodoro Dols Morell, Premio Nacional de Arquitectura, destacó hoy su alegría porque « sirve para el fin con que se hizo: que la gente pueda venir a rezar, porque un edificio sin personas es algo muerto ». Dols se hizo cargo del proyecto en 1963 y en cinco años lo llevó a cabo, « gracias a un gran equipo técnico y de trabajadores, y con la ayuda económica de miles de personas ». Dols quiso incorporar elementos arquitectónicos del Somontano aragonés, « que recorrí entero ». Dols recuerda que « en las escuelas de arquitectura no hay ninguna asignatura llamada Construcción de santuarios ». Con estas palabras resume su reacción cuando a los 30 años recibe el encargo de proyectar un santuario en un lugar de difícil de acceso, junto a una antigua ermita, levantada sobre un acantilado de 100 metros sobre el río Cinca. En la actualidad, el santuario recibe como centro internacional de peregrinaciones miles de visitantes cada año, y cuenta con el apoyo de numerosas instituciones y entidades públicas y privadas. En estos veinticinco años se ha convertido en uno de los principales focos de atracción de Aragón.