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El santuario de Torreciudad celebró el pasado domingo la fiesta mayor de la Virgen, rememorando una de sus tradiciones más entrañables como se trata del particular pesaje y presentación de niños recién nacidos. Si algo caracteriza a Torreciudad desde su origen es el protagonismo de las familias cristianas a lo largo de los ya nueve siglos de historia del lugar. Ciertamente, fueron los vecinos de esta zona quienes alzaron y custodiaron la ermita en honor a la Virgen, a la vez que irradiaban su devoción poco a poco por la zona. Desde la construcción del nuevo santuario en 1975, por iniciativa de san Josemaría Escrivá, nacido en Barbastro y fundador del Opus Dei, dicha herencia religiosa ha traspasado fronteras de medio mundo. Así lo atestiguan las miles de personas que acuden anualmente en peregrinación, para rezar de formas muy diversas ante la imagen morena de esta advocación mariana.
 
Los actos de la festividad comenzaron con una Misa Mayor en el santuario nuevo, presidida por el rector, Javier Mora-Figueroa, y concelebrada por otros sacerdotes entre los que se encontraba el ex rector José Luis Saura. La ceremonia, a la que asistieron medio millar de familias de localidades cercanas al lugar así como de turistas que veraneo en la zona, estuvo solemnizada por los cantos litúrgicos del trío Ruth Repáraz (soprano), Javier Pérez Torrente (clarinete) y Maite Aranzabal (organista).
 
Romería hasta la ermita
 
Posteriormente, fieles y devotos se encaminaron en romería, por el sendero de Dolores y Gozos de San José, trasladando la imagen peregrina de la Virgen sobre unas andas de madera, hasta alcanzar el santuario primitivo. Aunque sólo una pequeña parte de los congregados pudo acceder al interior de la Ermita centenaria para seguir el tradicional canto de los Gozos, el resto pudo seguir el himno desde la explanada contigua a la capilla, a través de los altavoces instalados para la ocasión. Poco después, llegó uno de los momentos más esperado al colgarse, sobre unos de los arcos del porche de la ermita, la antigua balanza forjada en hierro sobre la que son balanceados los niños. Se trata de un contrapeso de gran tamaño que utilizaron los ‘santeros’ encargados de custodiar el lugar durante décadas. Antes de proceder al pesaje de los bebés, el rector leyó la oración de ‘Presentación y Bendición’ de los niños a la Virgen, en solicitud de amparo y patrocinio.
 
Lugares de procedencia
 
Un buen número de las familias que participaron en el ofrecimiento procedían de la zona, como el matrimonio Saura Acón de Binéfar, que pesaron a sus trillizos; los Vidal Royo y Jaureguizar Durán, ambos de Ubiergo o la pareja Riverola Vidal natural de Peraltilla y residentes en Barbastro. Desde hace unos años, la celebración ha ido divulgándose por todo el país y es frecuente la presencia de parejas que llegan de otras provincias para presentar sus hijos a la Virgen. Entre estas familias se encontraban los barceloneses Tomeo Giner o Luque Vericat; además de los Valdecantos de Madrid o los Estévez García oriundos de Málaga, entre otros. En total sumaron 29 niños y niñas, de edades comprendidas entre los diez meses y los doce días de la más pequeña, procedentes de 16 ciudades diferentes.
 
El pesaje consiste en que los padres introducen sus respectivos hijos dentro de un canasto de mimbre, colocado en uno de los brazos de la balanza, mi