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Miguel y María han venido hoy a Torreciudad con su familia para dar gracias a la Virgen de Torreciudad por la recuperación de su hijo Juan, que se cayó a una piscina hace unos meses. Ellos mismos nos cuentan lo que sucedió:

«Un domingo de mediados de julio de este 2022 nuestro hijo Juan sufrió una caída no presenciada en la piscina, es decir, no teníamos contacto visual con él en el momento de la caída. Eran alrededor de las seis de la tarde y nos lo encontramos ahogado dentro del agua. Él nunca se acerca a la piscina porque no le gusta el agua, por eso nos confiamos, ni siquiera llevaba manguitos en ese momento. Lo sacamos inmediatamente, estaba inconsciente y muy probablemente en parada cardiorrespiratoria. Mi mujer le empezó a hacer la reanimación cardiopulmonar mientras yo llamé a la ambulancia y fui al encuentro del vehículo, porque estábamos en una casa familiar situada en medio del campo y para la ambulancia iba a ser muy difícil encontrarla.

Cuando llegaron constataron que el niño respiraba pero con mucha dificultad, y que su estado neurológico no era bueno. Tuvieron que proceder a intubarle. Es bien sabido que en una parada cardiorrespiratoria recuperada lo fundamental para determinar el pronóstico es el tiempo que ha transcurrido en parada, por el déficit de oxígeno a los órganos (denominado anoxia), siendo el cerebro el que más lo sufre. Transcurridos pocos minutos de anoxia, el daño cerebral es prácticamente seguro, y en el caso de Juan, el tiempo transcurrido era desconocido, aunque por lo menos fueron de 5 a 10 minutos, el tiempo que transcurrió desde que comenzamos su búsqueda y la posterior reanimación.

Inmediatamente le llevaron al hospital más cercano, en Guadalajara, donde le realizaron las primeras pruebas y tratamientos. Ahí vieron que tenía una acidosis respiratoria grave, lo que se traducía en un sufrimiento importante. La situación era crítica y llegamos a temer lo peor. Le trasladaron a un hospital grande de Madrid, La Paz, y allí ingresó en la UCI.

En ese momento la red de oraciones que se había activado a través de familiares y amigos era enorme, todo el mundo conocido y no conocido por la familia estaba al tanto «rosario en mano». Sólo quedaba esperar y rezar.

De forma humanamente increíble, en las siguientes 24-48 horas la analítica y la situación respiratoria de Juan mejoró e incluso pudieron quitarle el tubo de respiración artificial. Tras unos minutos de respiración espontánea, al verme Juan me reconoció y me dijo «papá». Había esperanza.

La mejoría durante los días sucesivos fue espectacular, y al tercer día en la UCI ya pudieron derivarle a la planta de hospitalización. Se temía en ese momento por la situación neurológica, pero el niño no daba muestras de haber sufrido: ¡estaba como si nada le hubiera pasado! Se recuperó por completo en unos días y le dieron de alta. A la semana siguiente le hicieron un estudio de resonancia magnética cerebral que no mostró lesiones de hipoxia ni de otro tipo.

En mi opinión, y aunque médicamente este suceso pueda ser explicado y no sea considerado como milagro, estoy convencido de que hubo intervención divina gracias a la gran red de oración que se puso en marcha. Y especialmente estoy seguro de que hubo un gran favor de la Virgen de Torreciudad, del beato Álvaro del Portillo y de algunos otros intercesores, como san Juan Pablo II, al que tenemos constancia de que nuestros familiares y amigos le pidieron con insistencia por la recuperación de nuestro hijo. Tiene gracia, pero en el primer hospital en el que fue atendido Juan el nombre que le pusieron por «equivocación» fue Álvaro. Esto es relevante porque muchos acudieron a la intercesión del beato Álvaro, que ya había ayudado años atrás a un niño que sufrió un accidente similar.

Finalmente, hoy hemos venido al santuario mi mujer y yo con nuestros dos hijos (Juan de 2 años y Javier de 1), mis padres (Melchor y Nieves), mis hermanos (Melchor con su mujer e hijos y Edurne) y dos de mis tías. Todos juntos para dar gracias a la Virgen de Torreciudad, porque estamos seguros de que ayudó mucho a Juan en su recuperación».

Miguel