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Amaya Marquina nació en Bilbao y trabaja en Francia en el mundo de la moda, con estudios en La Sorbona y cursos de Diseño. Junto a etapas profesionales en empresas del sector, creó también su propia empresa, y ha investigado los mercados japonés y americano. Marquina ha intervenido en un curso celebrado en Torreciudad, donde explicó las nuevas tendencias y el uso de nuevos materiales, y se refirió al santuario como «un lugar donde se asumieron riesgos estéticos con un gran esfuerzo ecológico y respeto a la naturaleza».

Esta diseñadora trabaja ahora en Lyon, ciudad textil por excelencia, y estudia las nuevas tecnologías de esta industria, sus tendencias, formas de trabajo renovadas, ventas por Internet, necesidades de formación, estudios de mercado, recuperación de clientes muy fugaces para las casas de moda, etc. Señala que «una de las novedades se refiere a los materiales usados en la alta competición deportiva y en la industria aeronáutica por los astronautas, aunque parezca raro. Se trata de materiales aislantes, tipo goretex, que están teniendo un gran éxito en las prendas de uso diario o frecuente. Esos materiales son por ejemplo muy útiles ante los cambios de altura y de temperatura, lo mismo que son de gran utilidad las fibras antibacterianas». Según Marquina, la tecnología ofrece muchas ventajas, «pero debe ir unida a la estética, lo que implica nuevas técnicas de trabajo, ya que por ejemplo, no se cose, los materiales se funden».

En su opinión, la comodidad puede ser compatible con el buen gusto, «de ahí el uso de las fibras elásticas. Lucho a favor de la comodidad, de lo práctico y lo moderno, que no tiene por qué ser caro. Hay muchas cosas feas y caras». Sostiene que «el ritmo de la vida moderna impone unos desplazamientos muy rápidos, donde el objetivo en el vestuario es la elegancia y la comodidad, teniendo en cuenta que no te puedes cambiar después de un viaje y antes de una reunión de trabajo».

Residente en Francia desde los 18 años, Amaya Marquina destaca que «en España gusta vestir cada vez más y mejor, se ve que hay moda y que interesa. Pero a la vez se nota una dictadura de la moda, como una falta de madurez, una dependencia excesiva a llevar algo porque lo ha hecho tal diseñador. Y ese mimetismo lleva a perder elegancia y clase. En Francia, pienso que impera más el estilo y hay cierta reserva en relación a la moda, hay más personalidad» En su profesión Marquina piensa que «debemos ser anticonformistas, hay que arriesgar y equivocarse. En este sentido, creo que el colmo del mal gusto es no caer en el mal gusto, porque mandan los convencionalismos, y olvidamos que estamos vistiendo a una persona y que eso es un desafío, una llamada a crear belleza».