Con motivo de la celebración del Corpus Christi, hoy ha tenido lugar el primer concierto de campanas en homenaje a las víctimas del Covid-19 y a todas las personas que siguen luchando en primera línea de batalla contra esta pandemia. Los servicios informativos de Aragón TV se han hecho eco de esta iniciativa, que se completará con otros dos conciertos los próximos domingos 21 y 28 al terminar la Eucaristía de las 12 del mediodía.
Maite Aranzabal, organista titular del santuario, ha desarrollado un programa iniciado y concluido con el toque de difuntos, para el que ha elegido dos de las campanas más graves y en un tono menor, asociado a sentimientos de duelo, con sonidos muy lentos que han impactado a los asistentes. «Todavía me emociono al escucharlo», ha comentado Joaquín Lleida, que fue campanero en la catedral de Barbastro.
A continuación, Aranzabal ha interpretado el Pie Jesu de la Misa de réquiem de Weber, una melodía muy bonita cuyo texto en latín dice dona eis requiem, dales el descanso eterno. Después, el canto más reconocido por el público, La muerte no es el final, de Cesareo Gabaráin, autor de cantos religiosos tan populares como Pescador de hombres. El concierto se ha completado con el coral Oh, rostro ensangrentado, de la Pasión según San Mateo de J. S. Bach, también habitual en los funerales, un Adagio de Albinoni, elegido porque al estar en tono menor se adecuaba perfectamente al clima que quería conseguir, la Zarabanda de Haendel, grave, pesante, y pensando en la Vida que nos espera después de la muerte, ha terminado con el coral de la Cantata 147 de Bach Jesús, alegría de los hombres, como un canto a la esperanza por todas las víctimas del Covid-19.