Carlos ha venido hoy a Torreciudad con su novia, Ainhoa, que ha llegado con los ojos tapados y sin saber el lugar en el que estaba. Finalmente, ante las cintas de colores que los peregrinos ponen junto a la imagen de la Virgen «desatanudos», Carlos se ha puesto detrás de ella, le ha retirado el pañuelo que tapaba su mirada y le ha entregado una carta. Tras leerla, ella se ha vuelto y él, de rodillas, ofreciendo un anillo de compromiso, le ha preguntado si se quería casar con ella. Las lágrimas y el abrazo casi le impiden a Ainhoa pronunciar el anhelado «sí».
El lugar era muy importante para ambos, porque hace tiempo que ataron allí juntos una cinta para pedirle a la Virgen por su noviazgo, poniendo bajo su protección el proyecto de familia que quieren edificar. Ambos viven desde hace años una devoción grande por Nuestra Señora de Torreciudad, y el día de hoy no podía quedar al margen de este cariño. Por eso, Carlos ha aprovechado la oportunidad de que ya podían venir desde Zaragoza. Al irse del santuario, ambos miraban con una sonrisa ilusionada el gran cartel que explica a las familias cómo pueden realizar el ofrecimiento de sus hijos a la Virgen de Torreciudad.